Mundial femenino

Una estrella para las campeonas del mundo

La selección femenina se alza con su primera victoria en el Mundial. // EFE
photo_camera La selección femenina se alza con su primera victoria en el Mundial. // EFE

La selección española femenina se proclama por primera vez campeona del Mundial de fútbol, frente a una Inglaterra que cae derrotada

Lejos, muy lejos. Donde el fulgor de la Estrella Polar no alcanza. Donde la Cruz del Sur es la reina. Allí, en pleno invierno, bajo el cielo austral, al otro lado del planeta, la selección española se proclamó campeona del mundo. Como la primera, hace trece años, la segunda estrella llegó en tierra de rugby. Como la primera, hace trece años, la segunda estrella llegó en el hemisferio sur. Y más importante. Como la primera, hace trece años, la segunda estrella llegó con una idea de fútbol clara, definida y responsable de todos los éxitos de la historia del fútbol español. 23 mujeres que demostraron que esta idea está muy viva y que claro que se puede ganar con ella. Así batieron a Inglaterra en Sidney. Así superaron todas las adversidades de esta Copa en las Antípodas. Así alcanzaron el cielo de este deporte igual que otras mujeres lo lograron antes en otras disciplinas. Y entre todas ellas, una pontevedresa con una mente prodigiosa en un terreno de juego. Una Tere Abelleira superlativa otra vez. De su superdotado entendimiento del juego nació un gol de Olga Carmona que cambia para la siempre la historia de las mujeres españolas en este juego y que da esperanzas de alcanzar un fútbol mejor. De lograr una sociedad mejor.

Son deseos que se diluirán con los días. Porque cuando baje el efecto gaseosa, la cruda realidad volverá a emerger. Pero si queda alguna burbuja en pie, habrá servido para algo. Y servirá porque España jugó la final con personalidad. Con su personalidad. Desde el primer momento quiso la pelota y condicionar con ella a su rival. Y qué rival. Inglaterra murió de pie y dio la cara en todo momento. Incluso en los tramos que fue netamente inferior, que los hubo. Y tuvo la primera ocasión en el disparo de la diabólica Lauren Hemp contra el larguero. Un nudo en la garganta. Pero, contrariamente a lo que se pueda pensar, el miedo no tiene por qué ser malo. Te pone en alerta, estimula el instinto de supervivencia, espolea. Por eso, la siguiente acción fue una combinación sensacional de ocho pases, de campo a campo, que acabó en un centro desde la izquierda que Alba Redondo remató contra el cuerpo de Mary Earps, que estaba indefensa en su palo y vio la luz con su remate.

La veda estaba abierta. España pasó a acaparar la posesión con superioridad dentro. Caldentey se juntaba con Hermoso y con Bonmatí. Por detrás, Abelleira lanzaba y equilibraba. La pontevedresa estuvo perfecta en su perfecto Mundial. Extraordinaria. Su inteligencia futbolística imaginó el gol antes que nadie y su calidad lo trazó. Lucy Bronze, carrilera derecha inglesa, se metió en la boca del lobo en una temeraria conducción hacia dentro. Las jugadoras de rojo le hicieron un tres contra uno y Tere recuperó. Automáticamente volcó la pelota al hueco que había dejado la lateral del Barcelona. Caldentey controló, dio pausa y asistió a Olga Carmona que cruzó con la zurda para arrimarla a la base del poste. El gol de todas.

Pero tras la explosión, la calma. Una vez traspasada la puerta, había que cerrarla para que ese lado del umbral no pudiera ser territorio inglés. España lo hizo. Y muy probablemente este atributo sea la diferencia entre ser campeona del mundo o quedarse en aspirante. La madurez de la selección de Vilda no paró de crecer durante el torneo y volvió a salir a relucir en la final. Inglaterra encontraba vías de agua con Hemp a la espalda de Codina, pero las ayudas siempre llegaban o Cata Coll aparecía. Candado. Incluso pudo doblar la ventaja el equipo de rojo con un remate de Salma Paralluelo que se marchó fuera tras besar el palo. Fue justo antes del descanso. 

Tras él, Sarina Weigman demostró que su fama como una de las mejores entrenadoras del mundo no es márketing. Deshizo la línea de tres atrás para equilibrar la inferioridad numérica en el medio, introdujo a Kelly y a Lauren James, con la que creó muchas situaciones de dos contra uno contra Ona Battle. “Aprendimos a sufrir”, dijeron una y otra vez las jugadoras españolas. Volvieron a aplicar el mandamiento. Las inglesas marraron sus ocasiones claras, con Cata Coll de nuevo imperial -espectacular parada a James-. Y España también. Porque Jenni Hermoso falló un claro penalti sugerido por el VAR e indicado por la colegiada.

Un motivo de duda como ese tan solo generó más certezas. España se refugió alrededor de su mejor amiga: la pelota. Desde la posesión atacó y desde ella también se defendió de unas inglesas cada vez más vencidas físicamente. Trece minutos de agónico descuento acabaron en el cielo de las mujeres futbolistas españolas. Ahí brilla ya para siempre la estrella de las Antípodas.

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