Celta

Todo lo que pueda ir mal irá peor

Hugo Mallo, que jugó con la rodilla izquierda vendada, se lamenta tras una acción del partido de ayer ante el Levante.
photo_camera Hugo Mallo, que jugó con la rodilla izquierda vendada, se lamenta tras una acción del partido de ayer ante el Levante.

Sufre ante el Levante en Balaídos la mayor derrota de la temporada (1-4) en un partido mal planteado y mal ejecutado que desesperó a  la afición: pitó y pidió dimisiones. Cardoso, en la picota tras empeorar más los números de Mohamed. El Celta sigue fuera del descenso al perder el Rayo.

Urge una solución cabalmente desesperada. Un Celta quebradizo no necesita de osados. Un Celta enfermo no necesita de curanderos. Un Celta en caída no necesita de colchones. Necesita de supervivientes, de diagnósticos acertados de emergencia, de agarraderas para frenar. El mal está entreverado en el respirar de un equipo deseoso de que la fe en sí mismo lo salve. Pero no es cuestión de creer. El conjunto de Miguel Cardoso empeora al de Antonio Mohamed en el mismo número de jornadas. De las plazas de descenso sólo puede librar el mal ajeno. Porque el bien propio es tan escaso que roza la nada.
Al Celta le quitaron ayer todo lo que lo define. Porque ese todo no es mucho. Concretamente, son dos nombres: Iago Aspas y Maxi Gómez. Sin ellos, el equipo celeste careció de argumentos para hacer daño. Podía marear, que tampoco, pero nunca llegaba. Porque los mecanismos de creación de fútbol que no han funcionado durante toda la temporada ya no van a aparecer. Y porque jugar con balones largos a una línea ofensiva formada por Boudebouz, Boufal y un Brais desesperado como nueve es lo más parecido a hacer un brindis al sol.
El partido comenzó con dos equipos y una sola receta: presión alta y acciones a balón parado. Cualquier falta en campo contrario generaba la liturgia de un saque de esquina: centrales al área rival y laterales cerrando. Porque tampoco el Levante, con una victoria en nueve partidos, estaba sobrado de confianza. Con la diferencia de que el bloque levantino tiene asumido su rol y el céltico no tiene ni idea de cuál es el suyo.
No sufría nadie en el arranque. El Celta, que volvió a la defensa de cuatro y a Okay como pivote acompañado de dos interiores, trataba de manejar el partido desde la salida, con el turco entre centrales. Lo hacía hasta donde el Levante se lo permitía. Nada que reseñar. Hasta que un jugador diferente como Bardhi cambió el guion: en vez de devolver el balón de espaldas, se giró. Y apareció el camino. Abrió hacia Rochina y la calidad en el pase de éste halló el agujero entre centrales que explotó la zancada de Morales. El daño estaba hecho. Y fue mucho mayor en la conciencia colectiva del equipo celeste que en el marcador. El miedo hizo trizas la brizas de autoconfianza. Rober Pier, en un cabezazo de saque de esquina, y Moses, forzando una extraordinaria parada de Rubén, pudieron ampliar la renta levantinista.

Titubeos celestes
Titubeaba el conjunto celeste. Pero al igual que el Levante había encontrado una jugada entre la espesura, el Celta también la halló en su mejor acción de todo el partido. Una salida desde atrás de Okay que cayó hacia la zona izquierda del ataque, donde se encontraron Boudebouz, Beltrán y Juncá con acierto. Y apareció rompedor en el área tirando la diagonal Mallo, que encaró a Aitor pero no lo pudo superar con su zurda.
Era una señal de vida, una leve esperanza. Que se murió enseguida con un error en la marca de un saque de esquina que permitió cabecear a gol a Coke. El balón parado. La receta compartida le funcionó al rival.
Quedaba la opción de la segunda parte, un territorio sin explorar. Más de 45 minutos para renacer, con Lobotka en el césped sustituyendo a un poco decisivo Jozabed. El ímpetu, que lo hubo, lo mataron esta vez desde fuera. Santiago Jaime Latre hurgó en la herida arbitral del Celta, todavía fresca tras lo sucedido ante el Getafe, expulsando a Boudebouz, pasado de rosca. La colaboración del cuarto árbitro, Vicente Moral, y el refrendo del VAR fueron fundamentales. Sexta expulsión de la temporada en el Celta y el partido roto. Ya perdido.
La rabia llevó al equipo vigués a rebelarse contra el destino ya marcado. Tirando de laterales más altos y del arrojo del centro del campo, donde brilló Okay, se echó hacia delante. Careció de todo remate dentro del área, pero asustó con un par de disparos desde el borde de Lobotka y Okay. Se animó Cardoso en la banda y preparó a Iago Aspas para salir al campo. Pero había espacios atrás y el Levante, agazapado, los aprovechó. Segundo gol de Morales, de nuevo metiéndose entre centrales y definiendo con calidad. Ya ni Aspas salió, inteligentemente.
Restaba media hora, apenas adornada sarcásticamente por un penalti sobre Boufal marcado por Brais y un tanto final de Mayoral, para mascar el agrio sabor de la derrota y para intuir una semana, otra, plagada de temores. De nuevo, a esperar que otros resultados minimicen el sangrado de un equipo enfermo. Una vez más, a buscar soluciones de emergencia. Otra ocasión más, a rezar por el regreso del salvador Aspas. Y con Cardoso cuestionado. Otra vez.

Celta:
Rubén Blanco; Hugo Mallo, Néstor Araújo, Wesley Hoedt, David Juncá; Okay Yokuslu, Jozabed Sánchez (Stanislav Lobotka, min.46), Fran Beltrán (Mathias Jensen, min.71); Sofiane Boufal, Ryad Boudebouz, Brais Méndez.
 Levante:
Aitor Fernández; Vezo, Rober Pier, Coke (Chema, min.78); Simon, Rochina (Doukouré, min.59), Campaña, Bardhi, Luna; Morales (Dwamena, min.84), Borja Mayoral
Goles:
0-1, min.20: Morales; 0-2, min.40: Coke; 0-3, min.62: Morales; 1-3, min.88: Brais Méndez, d epenalti; 1-4, nin.89: Mayoral.
Árbitro:
Jaime Latre (comité aragonés). Amonestó con tarjeta amarilla a Boufal y al técnico, Miguel Cardoso, por parte del Celta. Expulsó a Boudebouz en el minuto 49 con tarjeta roja directa por falta a Mayoral. También expulsó a Jorge Maciel, segundo entrenador del Celta, por sus protestas. Amonestó con tarjeta amarilla a Doukouré por parte del Levante UD.
Incidencias:
Partido disputado en el estadio municipal de Balaídos ante 15.479 espectadores. Se guardó un minuto de silencio en memoria del exjugador del Celta Luis Felipe Navas.

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