El Porriño pasa a octavos de final de la Copa Europea tras superar el doble duelo en Turquía

En el estrecho del Bósforo está la puerta de Europa, esa que el Porriñoha publicitado como eslogan en la primera participación continental de su historia. El club louriñés la cruzará hoy con literalidad cuando despegue desde el aeropuerto de Estambul el vuelo que lo traerá de vuelta a casa vía Oporto. Pero fue ayer cuando realmente atravesó su umbral. Lo hizo a apenas 150 kilómetros al sur, en Bursa, donde Isma Martínez y sus jugadoras tumbaron al equipo local en una eliminatoria disputada íntegramente en la ciudad otomana, que quedó casi resuelta el sábado con una contundente victoria porriñesa (34-26). Por eso, la derrota de ayer tiene un sabor muy dulce. Vale por una ronda de octavos de final en la Copa Europea.

Lo cierto es que cruzar victoriosas el umbral que separa Asia de Europa nunca estuvo en peligro. El conjunto visitante -ayer también a efectos del marcador- empezó fuerte con un parcial de 0-3. Casasola anotó cuatro de sus seis goles en los primeros diez minutos en un mensaje claro: las jugadoras que ayer vestían de celeste no se iban a relajar. Pero sus rivales respondieron con otro: no se iban a rendir. A partir de una sensacional Imamoglu en portería -rozó el 40%-, el Bursa redujo rápidamente las distancias hasta ponerse dos arriba (9-7) pasado el ecuador del primer acto. Las lanzadoras exteriores, bien controladas el sábado, encontraron ayer las posiciones cómodas que necesitaban. Así, Cetin se fue hasta los nueve goles.

Pese a todo, la sensación era de tranquilidad. Aunque no estaban del todo acertadas de cara a la portería contraria, las pupilas de Isma Martínez sí que mantenían el tipo en el área propia con una defensa profunda e intensa, que solo el paso de los minutos y los esfuerzos acumulados lograron diluir.

Así, la ventaja que el Porriño tenía al descanso (11-13) desapareció pronto. Las turcas se lanzaron a la desesperada en busca de una épica que se quedó hace más de 3.000 años en la guerra de Troya, unos cuantos cientos de kilómetros al oeste de Bursa. Aunque el conjunto otomano tomó la delantera, la escuadra louriñesa no se puso nerviosa y supo manejar la situación. Para cuando llegó la máxima desventaja, de tres goles, solo faltaban cinco minutos para el final.

El trabajo coral de las pupilas de Isma Martínez había encontrado premio, aunque fuera con el peaje de los problemas físicos de Ayelén Rosalez, que volvieron a manifestarse ayer. Gajes del oficio. Con todo, el equipo de A Louriña selló su pase a octavos. Atravesó una vez más la puerta de Europa. El futuro aguarda con un nuevo umbral.