De Navia o Sárdoma al cielo del fútbol: la escalera de Tere Abelleira
La joven pontevedresa Teresa Abelleira jugó en Vigo varias veces con el Deportivo
Teresa Abelleira solo tiene 23 años. Le queda un mundo por delante igual que por delante tiene la final de la Copa del Mundo de este domingo. El sueño de cualquier futbolista. También el suyo. Detrás quedan años y años de trabajo. Prácticamente, desde que nació con la pelota debajo de un brazo, con su padre Milo trabajando en los banquillos y su hermano Tomás viviendo el mismo sueño que ella pero, como tantos chicos y chicas con talento, quedándose en el camino. Con 16 años ya jugaba en el Deportivo y vivió sobre el campo de Navia la última temporada de existencia de El Olivo. También vino a Vigo a competir contra Sárdoma y Matamá. Eran los primeros peldaños de una escalera que le ha llevado a la cima del mundo.
“Es un orgullo representar a Galicia”, comentó, visiblemente emocionada y con la bandera blanca de la franja celeste en la mano, minutos después de la victoria ante Suecia. De nuevo, había brillado con luz propia en el eje del equipo. Con su primer pase, con su balón parado, con su equilibrio. Fuera de serie. En su ascenso llegó a la élite con el Dépor, dio el salto al Real Madrid y, ahora, está firmando un Mundial estratosférico tras una temporada difícil, en la que no disfrutó de todos los minutos que le gustaría.
Ya se sabe que lo bueno o lo malo está muchas veces en los ojos de quien mira, pero para Tere Abelleira, Jorge Vilda se ha convertido en una figura clave. Confió en ella, le dio la responsabilidad de ser la mediocentro de la selección y ella ha respondido. "Cada esfuerzo está valiendo la pena y todo lo que estamos haciendo es brutal, ya estamos hablando de una final", respondió en una entrevista a TVE.
Esa respuesta aludía al papel de España en el Mundial. Pero, por extensión, apelaba a toda su carrera. Corta por edad, pero con unos cuantos años picando piedra. “Ahora me acuerdo mucho de mi familia, de todos los entrenadores que tuve, de mis compañeras y amigas, que son las primeras que de verdad confiaron en mí. Si estoy aquí es gracias a ellos”, culminó la centrocampista pontevedresa. Ya se sabe que de bien nacidos es ser agradecidos, pero verla tocar la pelota en As Relfas con 17 años olía a algo grande. Pero del olor a la realidad hay una escalera gigante y a Tere solo le falta un peldaño para culminarla.
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