Fútbol | Segunda Federación

El sprint de la felicidad

El mediapunta redondelano sonríe al día siguiente de su primer tanto en dos años marcados por las lesiones.
photo_camera El mediapunta redondelano sonríe al día siguiente de su primer tanto en dos años marcados por las lesiones.
Mateo Míguez hizo el gol de la victoria del Coruxo tras más de tres meses lesionado

Cuando la pelota que Mateo Míguez acarició con la punta de la bota derecha atravesó la línea de gol, el redondelano inició un sprint intenso, desbocado, enfervorizado. Feliz. Su carrera, incluso más veloz que la que le llevó a adelantarse al meta del Covadonga y hacer el tanto victorioso del Coruxo en el minuto 92, dejaba atrás cuatro meses de lesión, semanas de dolor físico y de padecimiento mental y el sufrimiento de, una vez más, verse apartado de su pasión. “No lo compensa, pero sí que son unos segundos de felicidad después de tantos momentos malos”, resume el protagonista, al día siguiente de volver a sentirse diferencial en un terreno de juego.

La de Oviedo era su cuarta aparición tras recuperarse de la rotura del tendón del bíceps femoral derecho. Después de tres meses y medio en el dique seco, el 10 del Coruxo volvió el pasado 10 de marzo con 10 minutos ante el Rayo Cantabria. Triple 10. Su participación se dobló en Luanco y ya contra la Arandina en casa se fue a todo la segunda parte y a un nivel alto, que ayudó a la victoria de su equipo. El pasado domingo fue decisivo. “En los primeros, fui con el freno de mano echado porque no es fácil. Jugar 45 me dio confianza, me vi a un nivel decente y me da la tranquilidad de sentir que aún puedo ayudar”, explica. En total, cuatro partidos y cuatro victorias. “Hemos dado un gran paso hacia la permanencia estas semanas. Pero soy ambicioso y veo el play-off ahí”, afirma el mediapunta de un equipo vigués que está a un punto de la promoción.

El caso es que al final de la fugacidad del feliz sprint esperaban sus compañeros para renovar la alegría. Las lesiones también son duras por ser solitarias. Por eso, el apoyo del equipo se agradece. Y mucho. “Tengo grandes amigos en el vestuario, que me han apoyado mucho. Todo el mundo se alegró”, recuerda tras su primer gol en dos años. “Tanto tiempo sin jugar se nota y entre que paras y vuelves cuesta llegar a tu mejor nivel”, reconoce.

Y es que, en las dos últimas temporadas, Mateo ha estado de baja once meses entre una fascitis plantar y la mentada rotura del tendón. Desgraciadamente para él, las lesiones han sido un gran impedimento en una carrera con calidad de sobra para el fútbol profesional. “Ya tengo experiencia”, reconoce.

Pero de nada sirve quedarse en lo malo. Y más cuando ya pasó. Dentro de la montaña rusa del Coruxo, Mateo ha vuelto para cortar una racha de ocho jornadas sin ganar y encadenar cuatro victorias. La promoción está a tiro y el domingo visita O Vao el Compostela. Vuelven excompañeros como Pablo Crespo -no jugará al no tener ficha por una rotura de cruzado ya superada-, Juampa Barros y, sobre todo, Antón de Vicente. “Compartimos muchos años vestuario y es una persona muy querida. Va a ser especial para mí, pero aún más para él”, comenta sobre el excapitán verde. “Espero que los puntos nos los llevemos nosotros”, añade Mateo, que sigue corriendo, con más ganas que nunca, su sprint de la felicidad.

“Te preguntas ‘por qué a mí’ y no encuentras explicación”

Por más que se experimente la sensación de estar lesionado varias veces, nadie se acostumbra. Tampoco Mateo. El redondelano ha sido golpeado regularmente por las dolencias en su carrera. El curso pasado estuvo siete meses fuera por una fascitis plantar. En el actual, cerca de cuatro por una rotura de tendón. “Fueron semanas durísimas”, reconoce el redondelano, que sufría su propio dolor físico y mental, mientras su equipo transitaba con irregularidad por la Liga. “Cuando llevas tantas lesiones, a veces llegas a casa y  no sabes qué pensar. Te preguntas ‘por qué a mí’ y no le encuentras explicación”, subraya con resignación. “Las personas a mi lado saben todo lo que me cuido y tengo mucha suerte de contar con ellos, con mi pareja, mis amigos, mi familia. Siempre están ahí”, destaca con un punto de emoción.

En ese sentido, Mateo se acuerda de Erik Penedo. El que fuera preparador físico de Choco y Coruxo, formaba parte del cuerpo técnico de Fran Justo en el Real Unión de Irun, despedido en diciembre. Entonces, el redondelano le pidió una mano para la recuperación y el vigués respondió. “Estuvo para todo conmigo. Se preocupó un montón”, ensalza. “Es alguien que sabe muy bien de qué va esto.  Tenía claro que si hacía lo que me decía, todo iba a salir bien. Me dio mucha tranquilidad y le doy las gracias", concluye.

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