Boxeo/ Día de la mujer

La igualdad buscada a puñetazos en Vigo

Lorea Murgoitia, Uxía Rodríguez, Erika Cobas, Maider Alonso, Natalia Rial, Lucía Vázquez y María Reimóndez, con sus guantes de boxeo en O Castro.
photo_camera Lorea Murgoitia, Uxía Rodríguez, Erika Cobas, Maider Alonso, Natalia Rial, Lucía Vázquez y María Reimóndez, con sus guantes de boxeo en O Castro.
Siete mujeres, entre 14 y 49 años, cuentan en este 8M su experiencia en un mundo tan masculinizado como el boxeo, donde son pioneras: “Notaba que una mujer era anecdótico y no debería”

Guantes femeninos, rivales hombres. La novedad, el respeto y la difícil búsqueda de rivales. Despejar la cabeza, salir liberada del gimnasio. Las referencias en la televisión, sin nombres de mujer. Respuestas comunes de boxeadoras, de mayor o menor nivel, de más o menos años. En definitiva, pioneras que, un día, escogieron subirse a un ring para entrenar o combatir, pese a cierta incomprensión, a falta de amistades, a que eran las rarezas. Mujeres en un ámbito masculino, aunque, “ahora hay más. Se apuntan más niñas que antes”, afirman las veteranas, que han vivido años casi en solitario.

El boxeo es un deporte clásico, probablemente, el más famoso en los de contacto. Disciplina cinematográfica y esteorotipada con jóvenes de clase baja y tiburones como representantes y promotores, que poco tienen que ver con la realidad vivida por Lorea Murgoitio, María Reimóndez, Erika Cobas, Maider Alonso, Natalia Rial, Laura Vázquez o Uxía Rodríguez. Lejos de los focos, se mueven por pasión boxística y deportiva, haciendo números para acudir al gimnasio y, de vez en cuando, cuando es posible, subirse al ring y poder competir, una tarea nada sencilla.

Las siete boxeadoras, uniendo fuerzas en el monte de O Castro vigués.
Las siete boxeadoras, uniendo fuerzas en el monte de O Castro vigués.

Lorea Morgoitio es una especie de privilegiada porque, a sus 34 años, puede “malvivir del boxeo”. Tras casi cuatro años de parada por una lesión de muñeca, se pasó al profesionalismo y “puedo sobrevivir con esto. Doy clases en el Gimnasio Arenal y, al ser profesional, algo gano aunque sea poco”, explica. Un paso dado gracias a que, durante esa larga convalecencia, “estudié y me formé todo lo que pude para estar en el lugar en el que estoy ahora”. Y, también, porque “cuando me enseñaron a mí, pasé momentos buenos y malos. Viví cosas que no me gustaría y ahora trato de entrenar como me hubiera gustado que me entrenasen a mí”, desvela. 

Entre el ring y las clases está Natalia Rial, de 30 años, que en la actualidad está "algo apartada de la competición porque doy clases”, explica. Pero admite que en cualquier momento puede volver: “No es el momento por tiempo y vida, pero está ahí y espero estar muchos años. Es mi vida”. 

Maider Alonso se encuentra en pleno apogeo competitivo a los 30 años. Vasca afincada en Arbo, comenzó en Euskadi con el deporte pero el paso fue al llegar a Galicia. “Debuté en 2023 y ya llevo cuatro veladas. Es complicado porque no hay muchas rivales", admite. 

Una que puede serlo en el futuro es la joven Lucía Vázquez, de 20 años, que se encuentra en ese proceso de entrenamiento necesario para preparar el cuerpo y la mente para combatir. “Me gusta, siempre me gustó y todavía me queda. Ya me estoy preparando para debutar. Es complicado pero espero llegar a la próxima velada que se organice”, describe. 

Algo más tendrá que esperar Uxía Rodríguez a sus 14 años, aunque lleva desde muy pequeña en los gimnasios. Primero, con el boxeo de formas y ahora, ya subida al ring, pero en la versión adaptada para menores. En ella acumula seis combates y más que vivirá en los próximos meses. Queda tiempo para hacerlo en la versión sin limitaciones, pero se encuentra en pleno camino, con toda la idea y con una formación notable. Y es que, en la actualidad, el mundo del boxeo se renovó de forma notable para adaptarse también a los jóvenes y, poco a poco, fomentar la cantera con versiones adaptadas, con el sentido de ir peldaño a peldaño y con adolescentes dispuestas a subirlos.

Cierra el grupo María Reimóndez. A sus 49 años, escritora y traductora de profesión, vive el mundo de los guantes, el cuadrilátero y los golpes con pasión. En su caso, llegó tarde para competir por normativa, pero “gústame ver que hai nenas e comparo co mundo da escrita. Nos dous espazos as temos, pero non se lle dan as oportunidades que teñen outros. Hai moitas veladas sen combates femininos", admite desde un punto siempre observador, analítico. 

La única mujer del gimnasio

Una o dos, no más. El primer Campeonato de España de boxeo se organizó ya entrado el siglo XXI y lo recuerda Lorea Murgoitio. “Yo ya estaba en el boxeo. Entré de adolescente y, desde que soy mayor de edad, compito”, relata. “Entré en el Saudade y compartí mucha carrera con la redondelana Judith Barbosa, ahora retirada. Ella fue al primer Nacional y yo ya fui al segundo en 2008. Fuimos las pioneras en España", relata. Eran las dos mujeres del gimnasio en un tiempo con muy pocas. “Siempre he entrenado con hombres y nunca he tenido problemas con mis compañeros, pero a la hora de buscar rivales se hacía muy difícil. No hay boxeadoras en la misma categoría de peso y, en Galicia, sigue pasando. Fui mucho a Portugal”. Dentro de que la relación con los compañeros resultó buena, la ahora profesora de boxeo también admite que “he pasado por muchas situaciones buenas y malas y noto que las cosas están cambiando ahora, con los nuevos clubs y los nuevos entrenadores”. Añade que “sigo viviendo un trato diferente, que no debería ser así”. Por último, recuerda que, en esos comienzos, “había boxeadoras, pero muy pocas. Éramos como lo anecdótico, como algo gracioso de lo que presumir, la novedad”, describe. 

Situaciones similares viven en su preparación dos boxeadoras de 30 años como Maider Alonso y Natalia Rial. Eso sí, con trayectorias muy diferentes, ya que la viguesa Rial se encuentra en un momento con menos competición tras años subida al ring: “Iba al Simón, veía boxear y, el día que probé, ya me quedé. Me encantó y con la mayoría de edad ya empecé a competir”. Siempre en una trayectoria en la que “en el Simón, estábamos otra chica y yo. Ahora hay más, pero siempre entrené con hombres y nunca sentí ninguna exclusión o algo parecido”, describe.

Una situación similar a la de la vasca Maider que, en su caso, llegó en los últimos años a la competición. “Siempre entreno con hombres y sin problemas. El único que tuve fue una vez en el País Vasco, que hacíamos sparring y notaba que me pegada flojo. Yo sabía lo que estaba haciendo y le dije que me diera. Y él que no y que no, que no pegaba a mujeres. Yo quiero que me traten como a cualquier otro, pero sólo me pasó con éste, que encontré a un gilipollas”, resume. 

La dificultad para combatir

Si la falta de mujeres en el gimnasio se nota en el día a día, pero se neutraliza con las ganas y los compañeros, la situación es muy diferente a la hora de buscar combates. La gran dificultad. “Ahora hay más mujeres, pero son todas más jóvenes”, admite Maider Alonso y añade que “para poder pelear, somos más flexibles con el peso. En el último combate, me crucé con una compañera que tenía 15 kilos más, pero es aceptar eso o no tener combate”, resume.

Una circunstancia que lleva toda la vida viviendo la veterana Lorea Murgoitio: “Poder combatir es clave para seguir motivada. Si quieres conseguir cosas y no tienes combates, no puedes ver el nivel real al que estás. Recuerdo encadenar el Campeonato Gallego y el de España sin ninguna velada de preparación”. Una sitaución que ratifica Natalia Rial, ya que, “encontrar a otra mujer que haga lo mismo que tú y que busque pelear, porque también se puede tomar el boxeo como deporte, y, además, en tu peso, es algo muy complicado”.

Un problema, el de encontrar rival, que espera no tener Lucía Vázquez a sus 20 años. Está en camino de debutar tras comenzar de niña, dejarlo a los 16 años y volver ahora. “A mi madre no le gustaba y lo dejé, pero con 18 volví porque siempre me gustó. Lo veía por la tele”, expresa porque, al igual que muchas de sus compañeras, carece de referentes. 

Y, en contra de lo que se pueda pensar, todavía sufre incomprensión social. “La mayor parte de mis amigos se ríen y me dicen: qué vas a subir tú a un ring. Pero si les gusta, bien y si no, que no miren. En todo caso, el boxeo femenino tiene muy poca visibilidad”, concluye. María Reimóndez, desde el mundo de la cultura, como escritora, añade que “socialmente seque estando mal visto e non soamente entre as rapazas, tamén entre as escritoras. Queda moito por sachar”. 

Unas 1.500 licencias femeninas

La Federación Galega de boxeo notó un aumento de las licencias femeninas en los últimos años y de 7.356 fichas en Galicia, 2.380 son de boxeadoras. El porcentaje de la provincia de Pontevedra es del 65% sobre el total, lo que daría unas 1.500 fichas de mujeres. Eso sí, los números son totales y no entran en cuántas compiten.

 

El boxeo, la felicidad en la agitada actividad diaria

Más allá de los aspectos deportivos, de la competitividad y de la emoción, el grupo de deportistas boxeadoras destaca los beneficios personales y pisicológicos de su deporte, que lo convierten en clave en su día a día. “Por la vida que llevo, que ando siempre estresada, ir al gimnasio es mi psicólogo. Salgo nueva de allí, es clave”, describe Érica Cobas a los 42 años y lo suscribe Natalia Rial, con 30: “Es felicidad. Forma parte de mi estilo de vida. No concibo el día a día sin entrenar y esta disciplina me dio  serenidad y disciplina como ninguna otra. Lo que me encanta de este deporte es que demanda tantos niveles de atención que vas a entrenar y, aunque tengas un mal día, sales nueva de allí”. 

“No sé cómo explicarlo, me ayuda en todo, a nivel mental y a nivel físico. Aunque no tengas un buen día, ir al gimnasio es mi momento”, resume Maider Alonso, también en la treintena, y lo rubrica Lucía Vázquez, de 20 años: “Me da una paz increíble. Puedo tener un día de mierda, llegar al gimnasio y salir renovada". María Reimóndez amplía horizontes al describir que “segue sendo un deporte moi estigmatizado e, no caso das rapazas, aínda máis. É necesario que se poidan ver boxeadoras no ximnasio para rematar coas ideas preconcebidas sobre un deporte que ten moitos aspectos positivos”. 

“Me da igual, hago boxeo”

Un caso claro de las dificultades existentes para una mujer a la hora de practicar boxeo lo describe Érika Cobas a sus 42 años. “Con 15 años, ya quise meterme, pero por circunstancias sociales de familia y de pareja, no lo hice”, describe. Bien entrada en la treintena, “tuve a mi segunda hija y di el paso. Sabía que necesitaba salir y hacer algo. A los dos meses, entré en el gimasio y hasta hoy”. 

Una decisión que tomó porque “ya me da igual todo, me da igual lo que pueda pensar el resto. Quería probarlo, me gustó y aquí sigo”. Y, ahora, el boxeo forma parte trascendental en la vida personal porque “estoy divorciada y elegí la Vieja Escuela porque me permitía llevar a la niña mayor a actividad al tiempo que yo entrenaba”. Unos años después, las dos pequeñas la acompañan y cada una entrena con su grupo. El referente está en casa.

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