Fútbol | Segunda Federación

Un desayuno sin cafeína

Antón de Vicente volvió a O Vao para medirse a un Coruxo con el que disputó 301 partidos en 10 temporadas.
photo_camera Antón de Vicente volvió a O Vao para medirse a un Coruxo con el que disputó 301 partidos en 10 temporadas.

El Coruxo empató sin goles ante el Compostela en un partido espeso y sin mucha fluidez

Hay personas a las que les gusta madrugar. De verdad que sí. Como también hay quien disfruta de temperaturas por encima de los 30 grados, de los mocasines o el cabello de ángel. Si es que tiene que haber gente para todo. Pero, si hay que levantarse de la cama antes de que lo pida el cuerpo, qué menos que un buen café para activarse. Ni eso cayó ayer en la vuelta del Coruxo al horario matinal. El equipo verde firmó tablas contra un Compostela pergeñado para mucho más que contener al equipo vigués en una desactivación mutua de 90 minutos.

Otra vuelta fue la de Antón de Vicente a la que fue su casa. Especial. Hasta que el partido arrancó y cada uno fue a por lo suyo. Los pupilos de David de Dios entraron mejor y Davo tuvo la primera tras una buena pared con Pitu. Demasiado cruzado. Poco después, los visitantes respondieron con un cabezazo de Kike en una falta lateral que Marchante sacó de cabeza bajo el larguero.

El conjunto compostelano tenía claro que sus opciones pasaban por anular a Añón. Había un plan sobre el coruñés, que sufrió para entrar en juego. Sin él en el circuito, la pelota llegaba arriba afligida, más atropellada, con menos claridad. Llegaba peor. Aun así, el Coruxo tuvo sus opciones, pero el último pase no terminaba de ser certero para lograr alguna ocasión clara.

Ni tampoco el último toque. El remate. Que esa fue otra. Porque a falta de claridad en el juego, siempre puede ser la finura en la definición la que desequilibre tan cerrado encuentro. Ni por esas. Tras un rechace a tiro de Añón, Pitu se encontró con Pato -no, no es un trabalenguas- en una portería. En la otra, la pierna derecha de Alberto Domínguez desbarató el gol cantado del recién ingresado Manu Barreiro en el mano a mano entre futbolistas santiagueses.

El tramo final del choque vivió una curiosa contradicción. Por un lado, ninguno de los dos quería perder el punto que repartía el empate. Pero, por otro, los ánimos se caldearon con varias tánganas y roces perfectamente evitables. El árbitro se inhibió de una posible roja a Antas por un choque de cabezas con Mateo. Poco antes, Añón la rozó con unas protestas exacerbadas en su sustitución. Quien sí la vio fue Juampa Barros, en un amargo regreso a O Vao, zanjado con una expulsión en el 92 por un encontronazo con Johan. Fue la mayor dosis de picante en una mañana de domingo aletargada, pausada, de periódico y chándal. Sin victoria, sin derrota, pero también sin cafeína.

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