Fútbol | Segunda Federación

El Coruxo pierde en casa con dos fallos de su portero

David Añón, superlativo ayer, estampó dos balones en el larguero en sendos latigazos desde fuera del área.
photo_camera David Añón, superlativo ayer, estampó dos balones en el larguero en sendos latigazos desde fuera del área.
El Zamora aprovechó dos graves errores de Chekotun y ganó al Coruxo en el minuto 94

Es muy manido que el fútbol es un juego de errores y que sin ellos no habría goles. También muy real. Pero, como en todo, hay grados. Por ello, Andriy Chekotun no habrá pasado una buena noche ayer. El portero ucraniano, titular ante la ausencia de Alberto Domínguez por sanción, no pasó su mejor tarde en O Vao. Dos graves fallos suyos facilitaron los goles de un Zamora que culminó la remontada ante el Coruxo en el minuto 94. Un palo doloroso para el equipo verde, que fue mejor durante la mayor parte del encuentro, pero sufrió la cara más ingrata del fútbol,  que se cebó especialmente con su portero.

Los caprichos de este deporte son así. Porque el equipo verde pasó por encima del tercer clasificado en una primera parte magnífica coronada con un David Añón sublime. El futbolista coruñés bordó el fútbol ubicado como mediapunta. Una y otra vez recibió a la espalda de los centrocampistas visitantes. Siempre bien orientado, preciso en los controles, veloz en los giros. Dani Vidal y Pitu lo encontraban y de lo demás se encargaba él. Tras un aviso de Mikel Carro al que respondió bien Sobrón, el herculino insistió por su propia cuenta y se sacó un latigazo desde 35 metros que se estampó contra el larguero. No hubo tiempo de cantar el uy. Davo, bien atento, acompañó la acción y cazó el rechace para inaugurar el marcador. No había pasado ni un cuarto de hora. 

El gol asentó al Coruxo aún más. El dominio era absoluto. Aunque el equipo rojiblanco mordía, la velocidad de balón verde imposibilitaba cualquier atranco. El trío de tocones en el centro del campo contó ayer con Mikel Carro, que añadió recorrido y dinamismo a la ecuación. La decisión de David de Dios de abandonar los tres centrales parece asentarse y la superioridad en la zona ancha reforzaba el movimiento.  De nuevo Añón apareció en tres cuartos para castigar desde fuera. En esta ocasión desde algo más cerca y con la zurda, pero su violento zambombazo volvió a morir en el travesaño. Esta vez, nadie pudo revivir el rechace.

El baño del Coruxo sufrió un corte de agua abrupto al final del primer acto. Un tiro del Zamora encontró una mano de Chekotun que resultó demasiado blanda. El despeje quedó muerto y Cañizo embocó.

En la segunda parte, la igualdad creció. Los visitantes estaban mejor ajustados y los locales no circulaban tan rápido ni conectaban con Añón tan bien. No obstante, el partido transcurría sin sobresaltos hasta que otro tiro rojiblanco sin aparente peligro volvió a doblar las manos de Chekotun. Esta vez, el palo impidió la tragedia. No fue así ya en el minuto 94. Un cabezazo tibio de Baldrich amargó la tarde al Coruxo y, probablemente, también la noche a su portero. El ucraniano se introdujo el balón en su propia portería y el conjunto vigués se le escurrieron los tres puntos como arena entre los dedos.  O balones.

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