El Balonmán Cangas es duro de matar. Muy duro. Plantarse a final de marzo con una sola victoria y en la pista de tu rival directo es una de esas citas en la que las excusas pueden superar a las explicaciones con facilidad pasmosa. Pero el conjunto morracense, curtido en ocho empates de 21 jornadas, llegó a Santander, ganó al Sinfín y dejó la amenaza del descenso directo a cinco puntos, añadiéndole un gol-average particular favorable. Los cántabros no están muertos pero tampoco tienen un panorama halagüeño tras las lesiones de Alexander Tioumentsev y Omar Sherif.
Ese triunfo tiene toda la pinta de final ganada, pero faltan todavía ocho jornadas. Y en vez de esperarlas con temor, el Cangas se pone un nuevo reto para las dos próximas semanas: meter el miedo en el cuerpo al Cuenca para pelear todavía por evitar incluso la plaza de play-off de descenso que ahora ocupa. La tarea es complicada porque el bloque conquense tiene seis puntos de colchón. Pero, a corto plazo, en O Gatañal miran el calendario con dos partidos en casa consecutivos ante Ademar -este sábado- y el propio Cuenca. Si se da la victoria contra los leoneses y el rival directo cae ante La Rioja, cuarto clasificado, este fin de semana, sumar los dos puntos en duelo directo reduciría la distancia a un solo partido a falta de seis. Complicado, sin duda. Pero el Cangas es duro de matar.
División de Plata
Con todo, ahora mismo la probabilidad más alta es repetir, como la pasada campaña, en el play-off de descenso. Que este año significa jugar contra el equipo que pieder la final de la liguilla de ascenso que disputarán de segundo a cuarto clasificado de División de Honor Plata. En dicha categoría, la batalla por la única plaza de ascenso directo es encarnizada entre tres equipos: el Guadalajara, el Burgos del técnico vigués Roi Sánchez y el Ciudad Real. Lo bueno para el Cangas sería que dos de ellos alcanzarían su meta antes y sólo restaría uno.
Pese a que Burgos y Guadalajara son equipos contundentes, el precedente del pasado curso con Trops Málaga invita al optimismo. Una sensación que, aunque nunca se perdió, se ha revitalizado tras la victoria en Santander.
