Sin Aspas, Mingueza

Óscar Mingueza frena en falta a Romero durante la segunda mitad del encuentro de ayer en el estadio de La Cerámica.
photo_camera Óscar Mingueza frena en falta a Romero durante la segunda mitad del encuentro de ayer en el estadio de La Cerámica.
El fútbol castigó la inoperancia con balón hasta la salida del catalán para la segunda parte

Óscar Mingueza encadenó ayer su segundo partido como suplente, el tercero del curso liguero. Su falta de trascendencia en los partidos previos provocó que desde el banquillo, el técnico celeste, Rafa Benítez, idease otras posibilidades tácticas sacando de la ecuación al segundo jugador con más toque de toda la plantilla celeste. Porque el canterano culé entiende el fútbol con balón y por eso se sabe un ‘rara avis’ entre sus compañeros cuando cumplen con las tareas que se les encomiendan desde la banda.

Pero cuando el equipo necesitó de otra cosa, teniendo en cuenta que Iago Aspas no estaba en el campo ni en el banquillo, había que tirar de Mingueza. Su mera presencia sobre el césped lo cambió todo. Con fortuna en el centro a balón parado que supuso el primer tanto celeste, pero demostrando que la calidad no está reñida con la efectividad.

No fue un efecto inmediato por el penalti que le fue señalado a Kevin Vázquez sobre Alberto Moreno. Pero, cuando ese primer tanto demostró que todo era posible, Mingueza soltó lastre y, acompañado del cambio táctico ideado por Benítez, empezó a explorar qué se siente cuando se tiene el balón y se mueve con criterio.

Para su mal, Mingueza también personaliza como pocos la distancia que puede haber entre el gusto personal y el estilo colectivo. La querencia por proponer y no sólo esperar que parece a contracorriente y que alcanzó su máximo en una primera mitad horrible no sólo en planteamiento, sino también en fe.

Sin el moañés

Y no hay que olvidar que ayer faltaba un tal Iago Aspas, ese futbolista capaz de adaptarse a cualquier credo pero sabiendo siempre cómo mover el balón cuando se cruza la mitad de campo. Este Celta no puede permitirse el lujo de prescindir del moañés y de Mingueza a la vez. Porque el fútbol lo castiga y provoca situaciones como la de ayer, con una rémora de inicio inabordable después.

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