Rock sinfónico celeste

Pablo Durán chuta con la zurda para marcar el segundo tras una brillante acción trenzada iniciada por Alfon, con asistencia de Fer López.
photo_camera Pablo Durán chuta con la zurda para marcar el segundo tras una brillante acción trenzada iniciada por Alfon, con asistencia de Fer López.
El Celta Fortuna jugó el mejor partido de la era Fredi y pasó por encima de Osasuna Promesas en un primoroso partido resuelto por Pablo Durán, Raúl Blanco y Javi Rueda

Damián Rodríguez saca la batuta. La orquesta sinfónica toca clásica. Acompasada, armónica, precisa. Perfecta. Cuando el director de Ponteareas limpia la primera línea, entra en acción el heavy metal. Así superó ayer el Celta Fortuna a Osasuna Promesas. Un dominio abrumador, con una leve desconexión al inicio del segundo tiempo, derivó en cuatro goles y en la mejor actuación de la etapa de Fredi Álvarez.

El caso es que resulta verdaderamente complicado tener una superioridad mayor de la que el Celta Fortuna tuvo ayer en la primera mitad. Simplemente, borró del mapa a Osasuna Promesas. No habían pasado diez minutos y el filial céltico ya había chutado cinco veces, con dos paradas importantes de Pablo Valencia.

El filial osasunista sobrevivió al chorreo. Podría parecer un gran punto de partida. Pero no. Solo fue esa bocanada de aire aliviadora al sacar la cabeza del agua, justo antes de una nueva inmersión. El equipo celeste se tomó una ligera pausa, que se saldó con una lesión muscular de Joel. Luego, el acelerador se hundió hasta el fondo.

Con Damián limpiando, Alfon y Fer López afinando y Javi Rueda entregando, Pablo Durán se encargó de matar. Tras un par de acciones similares, el tomiñés encontró el gol tras un buen balón al espacio del carrilero malagueño, un cuchillo ayer. Poco después, un maravilloso control orientado de Alfon puso dos contra uno a Fer y al punta miñoto, que supo revolverse para firmar su doblete.

Los goles de Durán eran la cristalización de un dominio aplastante, sin fisuras, abrumador con balón y punzante sin él. Lo malo de alcanzar un nivel tan alto es que resulta complicado mantenerlo. Fue lo que le sucedió al Fortuna a la vuelta de vestuarios. El balón no corría tanto, la reacción tras pérdida no era tan fulgurante y la superioridad no era tan pertinaz. Osasuna se estiró a base de empuje y se metió en el partido gracias a una falta directa magnífica de Max Svensson.

El tanto visitante y algunas dudas de Ruly llevaban un partido completamente controlado hacia la inquietud. Pero eso no siempre es malo. El miedo puede paralizar o espolear. El conjunto de Fredi Álvarez tomó la segunda opción y reaccionó inmediatamente. Fer López se inventó una conducción sensacional frustrada nuevamente por Valencia. Fue su última intervención antes de dar el relevo a Raúl Blanco, que en su primera aparición mandó la pelota a la jaula. Poco después, Javi Rueda coronó su sensacional partido con el cuarto tanto que cerraba el concierto de rock sinfónico.

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