Rafa Benítez, implicado en cuerpo y alma con el Celta

Después de décadas de carrera, es de dominio público el carácter metódico y exigente de Rafa Benítez. Y desde hace varias semanas, el Celta lo está comprobando. El técnico madrileño no tiene horarios y esto deriva en jornadas de trabajo muy largas en la ciudad deportiva que el club vigués tiene en Mos.

Para Benítez, el par de horas de entrenamiento es solo la punta del iceberg de su desempeño. Lo que se ve. Pero, bajo la superficie, se esconden horas y horas de labor en diferentes aspectos que rodean el juego. Tras la sesión de campo, es usual que la plantilla se quede a comer en la ciudad deportiva. También el cuerpo técnico. Es entonces cuando el entrenador madrileño solicita a sus compañeros de equipo los vídeos del entreno para trabajar sobre ellos al finalizar el almuerzo. A estos cortes suelen añadirse otros de partidos del rival o de encuentros propios. También otras tareas como planificación, mediciones de esfuerzos y análisis de estadística.

A menudo, estas situaciones se traducen en que la tarde avance inexorablemente. Al llegar a cierto punto, el propio Benítez suelta algún comentario tipo: “Ya que estamos aquí, nos pedimos algo de cenar y seguimos un rato". De este modo, tanto el propio entrenador madrileño como sus compañeros de cuerpo técnico se extienden en jornadas que podrían considerarse de sol a sol. Y eso que, a estas alturas del año, el anochecer es bastante tardío.

La cabeza de Benítez siempre está bullendo. La implantación de un modelo requiere de mucho tiempo y él trata de acortarlo aplicando el máximo de horas al día. No es del todo inusual que, incluso ya en casa, en momentos propios de acostarse, escriba algún mensaje o haga alguna llamada para puntualizar, matizar o comentar algún detalle, ya sea con su cuerpo técnico o con la dirección deportiva del club.

Esa línea rigurosa hacia el trabajo del técnico madrileño va siempre acompañada de un perfil dialogante. Muy dialogante. Habla mucho y con todo el mundo. Sobre todo, porque no le gusta que le den la razón. Es algo en lo que coinciden dentro del Celta: a Benítez le encanta debatir. A partir de esas charlas y de opiniones distintas a la suya, forma una idea y sobre ella trabaja las horas que considere necesarias en cuerpo y alma.

Involucrado más allá del fútbol

Sus experiencias en Inglaterra, especialmente en el Liverpool, desarrollaron en Rafa Benítez un perfil que va más allá que el de un entrenador. Como mánager, su trabajo abarcaba más áreas, como la dirección deportiva. Eso lo lleva dentro y por eso, el contacto diario con la dirección deportiva céltica, que lidera Luís Campos, es diario. Ya no solo por el tema del mercado, del que está muy pendiente, sino por motivos más del día a día futbolístico.

Pero sus inquietudes van más allá. Benítez se interesa por todo lo que rodea al club. Pregunta y opina sobre aspectos como las instalaciones de la entidad en la ciudad deportiva, en la sede o en el propio estadio. Esto puede llegar a derivar en situaciones simpáticas. Dentro del club ya bromean con que es capaz de comentar que las puertas en el edificio de Príncipe podrían quedar mejor con unas manillas de otro tipo u otro material. O que si las molduras de aquí o las ventanas de allá.

Más allá de lo anecdótico, este tipo de cosas subyacen de un aspecto del carácter Benítez que gusta mucho en la planta noble del Celta. En la entidad sienten que involucrarse en detalles como estos habla de una enorme implicación a todos los niveles. De ahí estos tres años que ha firmado, en busca de un proyecto que se pueda desarrollar a largo plazo y que ayude a crecer al club. En lo futbolístico y en lo que no lo es.