Celta-Osasuna

El Celta empieza LaLiga con derrota ante Osasuna en Balaídos

Partido del Celta contra Osasuna en Balaídos (7)
photo_camera Gabri Veiga acabó saliendo al campo de juego en el que posiblemente sea uno de sus últimos partidos con la camiseta celeste. // J.V. Landín
El Celta comienza la temporada con una derrota y una mala versión ante un Osasuna que se mostró superior

Los amistosos despertaron la ilusión. Muchos encuentros con buenas sensaciones y una única derrota, que llegó en el descuento. Suficiente para tener ganas de ver al Celta y de afrontar con optimismo el inicio liguero con un Balaídos lleno. Lo que sucedió es que el “Sueño de una noche de verano” se quedó en eso: sueño, ilusión, fantasía, irrealidad. Lo existente, lo real, lo que sucedió ayer en el campo sobre el Lagares pronto se convirtió en una auténtica pesadilla de una tarde de verano. Salvo unos minutos en el comienzo de la segunda mitad, el Celta estuvo lejos de su rival, sufrió mucho y dejó la sensación de que, una temporada más, el destino es pelear por la salvación. Y esto es así con Rafa Benítez en el banquillo y, probablemente, también lo sería con Carvallhal, Coudet o Jose Mourinho. 

No obstante, es la realidad a 13 de agosto y todo puede cambiar en dos o tres meses. Lo cierto es que el Celta visto ante Osasuna es una formación con carencias en defensa y, sobre todo, en ataque. Menos débil atrás, pero con poca imaginación adelante. Y esto parece que será una constante.

La pesadilla de la tarde de verano comenzó con Hugo Sotelo en el mediocentro y Franco Cervi en el lateral izquierdo. Las dos sorpresas en el equipo titular con distinto rendimiento. El canterano llegó al aprobado y el argentino, por demérito suyo y por mérito del rival, se vio completamente superado, aplastado, atropellado…. Busquen algún que otro calificativo más. Por su banda llegaron de forma continua los ataques del rival y de forma casi sorprendente porque Chimy Ávila comenzó en el banquillo y cayeron por allí Rubén García y Rubén Peña. Resultaron ser una tortura. 

Curiosamente, la primera ocasión clara para el conjunto navarro llegó por el lateral defendido por Mingueza. Puso el centor Mojica y Budimir controló con el pecho entre dos oponentes, unos de ellos Cervi, para darse la vuelva y rematar al palo. Tembló la portería y la opción aplacó el ánimo vigués. El equipo olívico empezó a temblar y el visitante a tocar el balón. Y, normalmente, esa no es una buena noticia para el rival, en este caso el Celta. Se imponían poco a poco Torró, Aimar Oroz y Moncayola al dúo formado por Beltrán y Sotelo. Y, así, en una jugada larga, extensa, de lado a lado, llegó a apertura hacia la llegada de Rubén Peña, que puso el centro perfecto a la cabeza de Budimir en una acción en la que Osasuna entró con hasta cuatro futbolistas en el área para buscar el remate. El juego vertical también es eso, soltarse. 

Remató el delantero de cabeza y el esférico no terminó en el fondo de la red porque Iván Villar metió una mano de Liga de Campeones para mostrar, una tarde más, que el Celta puede dejar aparcado el fichaje de un portero para buscar otras posiciones. Pero esa ya es otra cuestión. Tocó el de Aldán, el balón se fue al larguero y el rechace a la cabeza de Rubén García. Toque y gol. 

Y así, a la media hora, se terminó de forma definitiva el sueño de verano del Celta. Ahora estaba por detrás en el marcador y había que pasar a una nueva versión. Un plan diferente al de los ensayos y tardó el equipo vigués en encontrarlo en la segunda mitad.

El paso por los vestuarios sirvió para cambiar la cara al Celta y era una buena noticia porque, salvo una cabalgada en solitario de Larsen a cinco minutos del descanso, ir perdiendo por un único tanto era una buena noticia. Hubo más presión, más posesión y más llegadas en el cuarto de hora inicial del segundo tiempo.

Por momentos, el Celta pareció agresivo y se olía la opción de gol local, el primero de la temporada. Tuvo Aidoo un remate en una saque de esquina de pizarra con balón pasado y envío al centro del área. Sacó Budimir. También gozó de una ocasión Aspas al recoger en el área un despeje horroroso de Mojica. El remate, algo encimado el moañés, salió mordido. Y si Aspas falla en el área, está claro que el partido en Balaídos es una pesadilla absoluta, un tormento de sudores fríos y escaso remedio. 

La entrada de Arnaiz en el campo restableció el equilibrio. Perdonó sus opciones el Celta y el encuentro terminó en la acción posterior al ingreso en el campo de Gabri Veiga. Probablemente, era su último encuentro de celeste. Envío para la incorporación de Rubén Peña, que ganó el balón ante un Cervi que midió mal y, después, se convirtió en una especie de Garrincha o Vinícius. Realizó dos recortes en el área que quebraron los huesos de Beltrán y Unai Núñez. El palo repelió lo que hubiera sido un gol extraordinario. Lo malo para el Celta es que Moi Gómez estaba por allí para enviar el rechace al fondo de la red. 

“Hay que fichar”, “hay que traer gol”, “si no tiras a puerta no puedes marcar”, “nos vamos a Segunda”, “falta intensidad”, “por muy buen entrenador, si no hay jugadores”…. Frases y lamentos que se escuchaban tras el partido, que poblaron las redes sociales y que se repetirán en la barra del bar con el café, un zumo o una bebida espirituosa en los próximos días. Clásicos de una pesadilla de verano que, por otra parte, es habitual en el Celta porque no gana el primer partido de liga desde un 23 de agosto de 2015 con victoria en la visita al Levante (1-2). Berizzo era el entrenador y el Celta se metió en Europa. Y no, aquello no fue un sueño, fue una bella realidad lejana. Seguramente volverá, no parece cerca.

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