Mario Muñoz: "Esta decisión no es un no al Celta, sino a las condiciones"

Después de 15 años, Mario Muñoz (Madrid, 1970) ha dejado la preparación física del Celta Zorka Recalvi. Un punto y aparte por una falta de acuerdo económico que no cierra las puertas al futuro ni ensombrece un ápice el pasado. El madrileño lo analiza en el set de Atlántico, igual que pasa revista a sus éxitos con las selecciones españolas de base -el último, un bronce europeo sub-20- y opina sobre la creciente preponderancia física en todos los deportes.

Imagino que un verano agridulce con un nuevo éxito con una selección y el fin a una era en el Celta.

Por la parte de la selección es muy dulce. He vivido platas más agrias que este bronce porque ha sido un campeonato duro. Tuvimos la mala suerte de cruzarnos con Francia, que estuvo a otro nivel. Por la otra parte, es distinto porque ahora no hay pretemporada. Pero como es algo muy meditado, lo llevo con normalidad.

¿Cuál es el motivo?

Por no llegar a un acuerdo económico. No se daban las condiciones y yo no me iba a sentir a gusto. Prefiero ser honesto y decir no. Es lo mínimo que le debo al club y a mí mismo. Pero yo sigo sintiendo celeste. Es algo más que un club para mí. Son muchos años, muchas personas, muchas vivencias. Por eso no creo que sea el fin, sino un punto y aparte. Esta decisión no es un no al Celta, sino a las condiciones.

¿Qué ha supuesto Carlos Colinas en su carrera deportiva?

¡Uf! Nos conocimos para preparar el Europeo sub-16 de 2003. Quedamos para tomar un café a las cuatro y nos dieron casi las 10. Desde entonces, han sido selecciones, banquillos del Celta, dirección deportiva… Son tantas batallas juntos. Si él no me abre las puertas, probablemente hoy no estaría aquí.

¿Qué tiene de especial el baloncesto español de base para estar siempre tan arriba?

España tiene un gen competitivo. Todas nuestras jugadoras lo tienen. Con más o con menos talento, pero son competitivas.

Sobre todo, teniendo en cuenta una particularidad que afecta a su parcela: las diferencias físicas con otras selecciones, ¿cómo se trabaja la preparación física con este hándicap y que aspectos trata de potenciar para paliar la diferencia de centímetros y de kilos?

No tenemos el gen de la raza negra. De vez en cuando sí, pero no es lo habitual. Y poniendo el ejemplo de Francia, no tenemos su altura, ni su masa muscular, ni su explosividad. Algo tenemos que buscar para ganarles. Está el gen competitivo, el saber sufrir en la pista. Y luego, si no podemos jugar en estático porque son más grandes y fuertes, tendremos que ir a un ritmo alto que las haga caer por fatiga. Es algo que he intentado reforzar mucho. Tenemos que correr más que ellas y cansarlas porque, entonces, el acierto baja, las decisiones son erróneas. Incluso llega un punto que, psicológicamente, te entregan el partido.

¿Cuánto cambia entrenar baloncesto, a mujeres y a categorías inferiores con respecto a otros deportes, a hombres y a adultos?

Yo empecé en masculino, en Porriño. Cuando empecé a trabajar con chicas, además muy jóvenes, me di cuenta de que es distinto. Los desplazamientos y los esfuerzos son distintos. Son realidades distintas, ni mejores ni peores. Solo hay que adaptarse y trabajar. Por ejemplo, la laxitud de las mujeres es mayor y eso las hace más propensas a las tendinopatías. Pero también hace que se vean pocas lesiones musculares en baloncesto. Lo que sí mantengo es que, aunque los valores absolutos sean distintos, los porcentajes de esfuerzo son los mismos en ambos géneros. Es decir, cuando yo a las jugadoras les pido una tarea al 70%, me la dan exactamente igual que los hombres y su carga de esfuerzo y la fatiga resultante son las mismas.

La preponderancia del físico es cada vez mayor en todos los deportes. ¿Cómo lo valora usted?

Es cierto que ha habido un cambio total en las últimas décadas. Antes se veía como que a la gente con talento no le hacía falta. Pero ahora, los cuerpos son atléticos. En nuestra propia selección masculina ves fotos de décadas anteriores y es distinto. Incluso en las Ligas. El juego cada vez es más rápido, hay cada vez jugadores más grandes, que saltan más, que son más coordinados, que corren más… No estar a ese nivel físico, te lastra. Si al talento le añades un buen físico, te va a ayudar a que puedas explotar tu calidad.

Y durar más.

Exacto. La gente es más consciente de que cuanto más alarga su vida deportiva, más ingresos tiene. Se ve en la NBA, que muchos tienen más de 30 años y a gran nivel, cuando antes pasar de los 30 ya suscitaba alguna duda.

Ahora ya como aficionado, ¿cómo ve al Celta Zorka Recalvi en esta temporada en Liga 1?

Espero que nos dé muchas alegrías. Hay mucha ilusión en el club, en el equipo, en los patrocinadores y en la gente. Y yo lo deseo de todo corazón. Pero, también entiendo que va a ser un año complicado. Ojalá me equivoque y esto sea un paseo. Pero si se tienen los pies en el suelo, es sensato pensar que va a ser un año difícil. Estamos acostumbrados a que el Celta pierda un partido de cada seis y a que cuando vengan tres derrotas seguidas ya todo el mundo se alerte.

Puede que caigan más de tres en esta competición.

Es que nos encontramos con un escenario en el que pasamos de ser cabeza de ratón a cola de león y hay que pensar que la transición va a ser difícil aún haciendo un trabajo excepcional. Nos vamos a encontrar equipos con mucho nombre, con plantillas de muchísima calidad y con jugadoras extraordinarias, de gran recorrido. Puede suceder que entre octubre y diciembre nos ganen. Pero ya en enero y febrero habremos crecido mucho. Estudiaremos a las rivales y les ganaremos. Así que animo a la afición a que tenga paciencia y tranquilidad porque va a ser una nave difícil y al principio va a costar.

¿Qué planes de futuro tiene ahora?

Ni mucho menos se me pasa por la cabeza retirarme de la preparación física. Me apasiona lo que hago. Si alguien está interesado en mí, por supuesto que le escucharé.

¿Al Celta incluido?

Por supuesto. Y las conversaciones con Carlos acabaron con un “para un roto o para un descosido, aquí estoy”. Encantado de si quieren contar conmigo en otro momento. La puerta queda abierta.