Hasta la eterna sonrisa puede ser triste. Nolito lo sabe bien. Porque su alegría perenne dentro de un terreno de juego se extinguió ayer. El gaditano anunció su retirada del fútbol con un comunicado en su cuenta de Instagram, en el que expresó su agradecimiento a los nueve clubes en los que militó. Entre ellos el Celta, claro.
Con la cruz de Santiago en el pecho, su fútbol alcanzó cotas altísimas. Diferenciales. Desde Vigo fue a la selección, en Vigo dio un rendimiento estratosférico que lo sitúan entre los mejores célticos del siglo XXI, y a Vigo volvió en una segunda etapa porque, como él siempre dijo, es donde más nivel ofreció. Antes estuvieron su Sanluqueño -tuvo opción de retirarse ahí pero la declinó- Écija, Barça B, Benfica y Granada. Después, Manchester City, Sevilla e Ibiza. “Me siento afortunado de haber disfrutado al máximo nivel de este maravilloso deporte”, escribió el gaditano “con una mezcla de emociones difícil de describir”.
Los números explican por sí solos lo que Nolito supuso en el Celta: 182 partidos en dos etapas distintas, en los que anotó 52 goles y repartió 31 asistencias. Solo Aspas habla el mismo idioma en capacidad de marcar diferencias en lo que va de siglo. Palabras mayores.
Fue precisamente con el moañés con el que mejor se entendió. También con Orellana. Juntos formaron un tridente letal que empezó a caerse cuando el extremo andaluz se fue al City a cambio de 18 millones de euros. En su segunda etapa, más madura, aportó clarividencia y calidad. Pero más allá de lo futbolístico, Nolito se va con el cariño y el respeto de todo el mundo del fútbol. Una recompensa acorde con su eterna sonrisa.
