La juventud al poder en el banquillo del Celta y del Rayo

Claudio Giráldez e Íñigo Pérez.
photo_camera Claudio Giráldez e Íñigo Pérez.
Celta y Rayo miden a dos técnicos neófitos de 36 años, con avales y estilos diferentes pero con inteligencia emocional

Cuando Rayo Vallecano y Celta sintieron que era el momento de cambiar al entrenador para reconducir sus erráticas dinámicas ligueras, apostaron fuerte: la juventud al poder. Ambos se decidieron por dos entrenadores sin un ápice de experiencia al frente de un banquillo del fútbol profesional y muy jóvenes para lo que se estila en la profesión a estas alturas de rendimiento: 36 años. Este domingo, Claudio Giráldez, en el bando celeste, e Íñigo Pérez, en el vallecano, miden sus intelectos futbolísticos en un duelo determinante entre dos rivales directos en la pelea por evitar el descenso.

Aparte de la juventud -los separan apenas 1 mes y 1 semana, siendo más joven el navarro-,  lo cierto es que los perfiles de los dos protagonistas no se parecen mucho más. Claudio tiene su aval en la labor realizada como técnico en conjuntos de categoría autonómica y en la cantera del propio Celta, siendo considerado como un hombre de la casa. Íñigo encuentra respaldo, en cambio, en sus 12 años como futbolista profesional, principalmente entre Athletic Club -en cuya cantera se formó-,  Numancia y Osasuna, y en apenas una campaña, la pasada, como segundo de Andoni Iraola precisamente en  el banquillo del Rayo. De hecho, era el elegido por el club para tomar las riendas del equipo el pasado verano, pero prefirió seguir con su excompañero en el Athletic como segundo del Bournemouth hasta que un problema burocrático con su permiso de trabajo en Inglaterra, precisamente por su escasa experiencia, se lo impidió.

Tampoco el estilo de juego los asemeja, aunque obviamente hay coincidencias como la agresividad y la valentía ofensivas y la presión alta.  Pero mientras Claudio apuesta más por la concatenación de pases, Íñigo, bebiendo de Iraola en lo más cercano y de Marcelo Bielsa en lo más lejano -estuvo con el argentino sus dos años en el Athletic- aboga por una transición más directa desde la solidez defensiva, con pases largos y desborde por bandas. Uno partiendo de un 3-4-3 y otro desde un 4-2-3-1.

Tal vez la mayor coincidencia entre ambos es la inteligencia emocional. Su capacidad para llegar al futbolista de manera individual. De hecho, Iraola descargaba ese papel en Íñigo Pérez, un lector ávido que tira de poesía para expresarse. La juventud llega con fuerza; y con argumentos.

Cinco de quince puntos posibles

Íñigo Pérez llegó al Rayo hace cinco jornadas, con 14 partidos por delante para variar la trayectoria descendente del conjunto madrileño. Claudio Giráldez apenas lleva un encuentro al frente del Celta, cuyo banquillo asumió a falta de solo 10 encuentros y sin una tendencia cercana tan negativa en los resultados.

El impacto del segundo ha sido mucho más celérico, con la victoria lograda en Sevilla como espaldarazo antes del actual parón competitivo. Porque en Vallecas, el nuevo entrenador ya ha tenido tiempo de asumir tropiezos, más que festejos. El arranque fue también prometedor, ya que sacó un empate que pudo ser victoria ante el Real Madrid en Vallecas (1-1). Pero después llegaron la asumible derrota en Girona (3-0) y dos marcadores más dolorosos: el empate en casa ante un rival directo como el Cádiz (1-1) y la derrota a domicilio ante el Alavés (1-0). Claro que las dudas comenzaron a disiparse justo antes del duelo de este domingo, ya que el Rayo aterriza en Vigo después de ganar y convencer ante el Betis (2-0). 

Por lo tanto, Íñigo empezó alargando la racha sin ganar de cinco a nueve partidos, aunque también es cierto que sólo ha perdido dos encuentros, mientras que empató otros tantos y ganó uno. No se ha estrenado como visitante y será su meta ante el Celta, que tiene dos puntos menos y vive dos puestos por debajo.

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