El reloj superaba por poco el minuto 25 de partido cuando dos debutantes se dieron la mano. Y un abrazo. Kevin Vázquez y Vicente Guaita. Una imagen simbólica que llegó justo después de la jugada que marcó la suerte -en este caso la mala- del Celta en el encuentro de ayer. Iván Villar acababa de ser expulsado por un penalti cometido sobre Morata y Rafa Benítez decidió romper la cadena por el eslabón más débil. Porque sin que hubiera pasado media hora de su estreno este curso, el de Nigrán tuvo que dejar el césped.
El canterano céltico, único jugador de campo sin participación hasta ayer, fue el sacrificado por la roja del portero de Aldán. Y sin dar motivos para ello. Kevin estaba firmando una actuación solvente en una bonita batalla con Lino. Incluso había metido un centro a Larsen en el buen arranque céltico.
Pero la fatalidad impidió al defensor de Camos seguir en el campo. Demostrar -como siempre parece que tiene que hacer- que es un futbolista más que válido para el Celta. La frustación asomó en su rostro cuando el dorsal 20 apareció en la tablilla. El lógico enfado no impidió a Kevin abrazar a Guaita y desearle la mejor de las suertes. Casi dos meses después de su llegada el último día del mercado de fichajes, el guardameta valenciano debutaba con la camiseta del Celta en ese instante y era uno de los capitanes del equipo celeste el que le daba la alternativa en su estreno en Balaídos.
No era el mejor escenario para una primera vez. Frente a todo un Atlético de Madrid, con un jugador menos, con dos tercios de partido por delante y con un penalti en contra como primera acción a intervenir. Difícil. Griezmann anotó el primero de sus tres goles en esa pena máxima, pero Guaita no decayó. Su primera parada llegó en el minuto 42 a un tiro de Barrios. Luego hizo dos más -a Lino y a Morata-, pero quedaron anuladas por fuera de juego. Tras el paso por el vestuario, perdió el primer palo en el segundo gol del francés y su mano se dobló en el tercero. Como el de Kevin, un debut amargo.
