Luís Campos, director deportivo externo, tenía esa idea en la cabeza desde que llegó a un acuerdo para trabajar en el Celta. Carlos Carvalhal, el primer entrenador fichado por el mentado directivo, ya dispuso al equipo durante muchos partidos y muchos minutos para jugar en tal disposición. Pero la llegada de Rafa Benítez ha elevado a las alturas la transición como método fundamental de ataque. Es decir, el contragolpe.
Para dar ese paso definitivo, había que dejar atrás dos elementos futbolísticos que habían sido casi definitorios del Celta en las últimas décadas: la posesión y la presión alta. Sobre la primera, es sencillo confirmar la apuesta, pues el vigués es el cuarto equipo con menor porcentaje de balón en lo que va de temporada (42%), sólo superado por Cádiz (38,7%), Getafe (40,1%) y Mallorca (41,2%). En cuanto al interés por recuperar el balón en campo ajeno, la estadística avanzada recurre a los pases del rival por acción defensiva propia (PPDA), es decir, los pases que cada equipo permite realizar a su contrincante antes de iniciar una búsqueda activa del robo. Y ahí el Celta no tiene rival.
Los números marcan que el bloque de Rafa Benítez permite 17 pases del rival entre cada uno de sus intentos de presión. Una cifra más que elevada, teniendo en cuenta que el segundo es el Atlético de Madrid con 14.2. En el otro extremo, a nadie extraña encontrar a equipos como el Barcelona (9.0), la Real Sociedad (9.4) o Las Palmas (10.5). Por lo tanto, el Celta es el conjunto de la Liga cuyo bloque bajo se muestra más proactivo y menos activo por naturaleza. Lo que le permite generar los espacios en campo rival para explotarlos con esas transiciones rápidas tan del gusto del entrenador, Rafa Benítez, y del directo deportivo, Luís Campos.
El cambio ha sido de aupa. Esa transición hacia las transiciones provocó, entre otras cosas, que la convivencia de Campos con Eduardo Coudet fuese complicada. Porque el argentino sí tenía entre sus prioridades la presión alta en campo rival para complicar la salida de balón. Baste con decir que en su única temporada entera en Vigo, su Celta fue el segundo equipo de las cinco grandes ligas con esa media de pases permitidos al rival antes de acción defensiva más baja (7.91), sólo por detrás del Barcelona (7.26). Ahora, el conjunto celeste permite casi diez pases más.
El cambio de piel, con todo, no ha tenido contestación franca por parte del celtismo, pese al mal arranque de temporada actual que tiene al equipo en puestos de descenso desde hace semanas. Ya nadie espera a un Celta dominador desde la posesión y con ansias de ahogar al contrario en su propio campo. Benítez presume, con razón, de bloque ordenado y uno de sus gestos más característicos, de los muchos que realiza durante los partidos, es el que reclama a sus futbolistas que estén juntos.
Goles en contra
El problema de la apuesta no está tanto en que ese argumento ofensivo de la transición no funcione. Realmente, está en que la determinación de jugar como bloque en campo propio no está sirviendo para evitar los goles del rival.