Fútbol | Primera Federación

Al Celta Fortuna se le va de las manos la victoria

El excéltico Solís, autor del gol local, presiona a Joel López.
photo_camera El excéltico Solís, autor del gol local, presiona a Joel López.

Un grave error de Ruly propicia el empate postrero del Real Unión en el minuto 95

Son los altibajos algo tan común en los filiales que casi forman parte de su propia identidad. El Celta Fortuna empató ayer en Irún para encadenar su sexta jornada consecutiva sin ganar. Un bache de resultados que entra dentro de la normalidad. Pero, quizás, no es tan propio que se llegue a esto con tanta crueldad. Porque, igual que la semana pasada ante el Teruel, la anterior contra el Cornellà y hace menos de un mes frente al Sabadell, el segundo equipo céltico dejó escapar puntos en los últimos compases. Y también del mismo modo que hace siete días en Barreiro, con un error de Ruly García.

El guardameta leonés no tuvo su mejor actuación contra los turolenses, pero en el histórico Stadium Gal sufrió la peor pesadilla de un portero. Después de picar piedra durante 95 minutos y con los tres puntos ya en el paladar después del gol de Javi Rodríguez, el arquero del Fortuna salió hasta el punto de penalti para tratar de blocar un balón llovido desde el centro del campo. Quizá esa no fue la mejor toma de decisión. Pero llegó a la pelota. El problema es que lo hizo tan forzado que se le cayó de las manos para que Alberto Solís -la ley del ex siempre presente- la empujase mansamente hasta la red. 

Fue un mazazo muy duro. Lógicamente para el portero, que es el último que quiere fallar. Pero también, por extensión, para todo el equipo. Porque aunque el Fortuna no hiciese un encuentro brillante en Irún, sí que cuajó una actuación seria y solvente, en la que apenas concedió ocasiones en contra y generó a favor las suficientes para ganar. 

El primer tiempo fue de nivel alto, con De la Iglesia plenamente asentado en el medio y Meixús directamente al once titular desde el Gran Peña para suplir al sancionado Yoel.  Desde el sector derecho, el filial insistió y desbordó a los locales. Fer López flotaba por todo el frente de ataque como una mariposa, mientras que Javi Rodríguez picaba al espacio como una abeja. Así, después de varias insinuaciones, el lateral de Poio ganó la espalda a la defensa y sirvió el gol a Pablo Durán. El colegiado advirtió fuera de juego y lo anuló. La cámara de televisión le llevó la contraria. Era legal.

Antes, el Real Unión había tenido que cambiar de portero. Unai Aguirre sufrió un golpe que le obligó a salir. Es lo único que mudó en los primeros 45 minutos. El resto, dominio total de los celestes, ayer de rojo al borde de la frontera con Francia. 

La segunda parte sí que varió. El equipo guipuzcoano se ajustó mejor, adelantó la presión y atascó al Celta B. La posesión seguía siendo visitante, pero los jóvenes pupilos de Claudio ya no progresaban con tanta facilidad con la pelota. Los irundarras, que habían probado a Ruly con un tiro lejano en el primer acto, encontraban con más asiduidad al miñorano Escobar y al excéltico Alberto Solís, los más peligrosos. 

No obstante, y pese a ello, las ocasiones no llegaban. Tampoco en la otra portería. Si acaso una intentona de Pablo Durán a la carrera, que quiso conectar sin éxito con Alfon. Pero la insistencia reservaba premio. Un balón de Hugo Álvarez desde la izquierda llegó a Raúl Blanco, que acababa de entrar. El morracense, zurdo cerrado, no se atrevió a golpear con la derecha. Recortó, se revolvió y se perfiló para intentarlo con su pierna buena. Demasiado tiempo. Tres rivales ya le habían cerrado y su disparo murió en el bosque de piernas local. Sin embargo, el propio Raúl recogió el rechace para dársela a Javi Rodríguez. El de Poio no tuvo nada que pensar y le metió el empeine para sacarse un latigazo seco y cruzado que terminaba con la resistencia del Real Unión.

La alegría inundaba a los jóvenes jugadores célticos, que volvían a verlo cerca. Pero este bucle no encuentra su final. Ya con la experiencia de Javi Domínguez y su tocayo Rueda en el césped, Claudio buscaba cerrar la persiana. Y a punto estuvo de conseguirlo. Los locales no encontraron manera de generar ninguna ocasión. Tanto fue así que la amargura del gol llegó de una desesperanzada pelota frontal colgada desde el centro del campo. Ya se sabe que el fútbol es un juego de errores y que los filiales están destinados a cometer más que los demás. Así fue como la victoria se le fue de las manos al Fortuna. 

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