El Celta es de primera

La plantilla del Celta celebra la permanencia con la grada de Marcador. // J.V. Landín
photo_camera La plantilla del Celta celebra la permanencia con la grada de Marcador. // J.V. Landín
El Celta gana al Barça con doblete de Gabri (2-1) y estará otro año en la máxima categoría. La afición, de diez, con más de 23.000 personas que llenaron Balaídos

Con Gabri Veiga de estrella, saliendo del túnel. Con Iván Villar de capitán. Con Carlos Domínguez de sorprendente titular siendo quien dio la pauta de la supervivencia. Con un gol precisamente afortunado. Y con un Balaídos lleno. Así certificó ayer el Celta la permanencia en Primera División tras ganar al Barcelona, sin depender de otros resultados. Un suspiro de alivio gigante. Un intenso final feliz tras un desarrollo cuestionable. El desvarío de los últimos meses tendrá consecuencias, pero no la consecuencia fatal.

Todo el envoltorio era precioso. Los ríos de ánimo desembocaban en Balaídos llenos de esperanza. Había mucho que perder y mucho que ganar. Pero lo sustancial se iba a dilucidar sobre la tarima del campo de fútbol. La presión ambiental confluía sobre el césped y, en concreto, sobre los once jugadores elegidos por Carlos Carvalhal, técnico celeste.

Hubo una gran sorpresa. El canterano Carlos Domínguez, con apenas 17 minutos de juego esta temporada y sin una sola titularidad, se plantaba en el centro de la defensa. Un peligroso símbolo de resistencia tirar del canterano a la hora de la verdad. Pero desde él comenzó el Celta a sobrevivir. El vigués recuperó aquello que lo hacía diferencial: la frialdad mental, la capacidad para gestionar un encuentro de Primera División como otro de Primera Federación. Era imposible que lo clasificatorio no influyese en el juego. No es que el Celta se asustase, es que ya venía asustado. La cuestión era la capacidad mental de aguantar la posesión del rival sin venirse abajo. De que la ligereza en el pase de los culés no te rompiese.

Era un test de estrés más que exigente. Porque el fútbol de los dos equipos ponía de los nervios, al apostar por tirar la línea alta y buscar el fuera de juego del rival. El conjunto celeste cayó cinco veces en la trampa, por dos de los culés. Y hubo sustos. Varios. Kessié pudo marcar en un par de ocasiones, sobre todo en un cabezazo cruzado a centro lejano de Lewandowski. El polaco también pudo romper el 0-0 con un disparo desde fuera del área. El Celta no tenía muy claro cómo jugar. A Ter Stegen se asomó con disparos de Gabri desde fuera y con una contra bien llevada por Carles Pérez y mal finalizada por Carles Pérez.

Resulta que los nervios, como prácticamente todo, se debilitan con el tiempo. El ritmo de juego invitaba a pensar menos en el futuro y más en el presente. Y el conjunto celeste se animó a presionar alto. Mingueza robó en la salida culé y Seferovic encontró la internada de Gabri en el área. El fuerte del canterano, que en su carrera plena de fuerza fue dejando atrás los últimos meses de dudas, rumores y malos resultados para cruzar el balón con frialdad, alejándolo de Ter Stegen.

Un tanto que dio por bueno todo lo hecho y todo lo sufrido. Antes del descanso, el marcador sonreía. Los nervios seguían muy vivos, pero no gritaban tanto. El Barcelona empezó a echar mano de los futbolistas de primer nivel que tenía en el banquillo tras el parón. Gavi apareció en el campo para amenazar con más mordiente.

El encuentro no estaba en las áreas, se pasaban los minutos midiendo los nervios locales y la motivación visitante. Vasos comunicantes dentro de un escenario preparado para aguantar.

Llegaba el momento de los banquillos y Xavi Hernández renovó su ataque asustando con Ansu Fati y Dembélé, además de dar la alternativa a Iñaki Peña en portería. Quería cambiar el partido pero éste cambió con otro robo adelantado y un centro de Gabri desde la derecha que buscaba a Seferovic pero encontró la portería.

De repente, la clasificación no apuraba. Carvalhal ajustó con Kevin, Cervi y Tapia pero una genialidad de los dos cambios culés -enorme centro de Dembélé y cabezazo de Ansu- revivió los miedos. Se sobrevivió. Era lo necesario. Balaídos merecía ganar.

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