Duele porque el filial es competitivo. Pero no por el presente. Ni enturbia el futuro. El Celta B se dejó remontar por el Cornellá anoche en Balaídos porque todavía no está hecho. Lo estará. Tiene mimbres y curtidor. Tiempo al tiempo.
Gusta reencontrarse cada cierto tiempo con el Celta B. Porque alivia espesuras y minimiza presiones. Y eso que el de este curso todavía se encuentra en un estado embrionario. Pero, aún así, gusta incluso con sus errores de maquina sin engrasar, de juguete todavía sin montar, pero ya divertido. Tal vez, porque su diseñador es el mismo de la pasada temporada y porque, a estas alturas, también sobresalen las piezas que también restan de aquel curso prometedor. No quedan muchas, pero algunas sí.
Nada sorprendente de salida, porque quien quiere controlar no necesita sorprender. La consabida línea de cinco, con la novedad de Tincho como carrilero por la zurda y de Hugo Sotelo, cedido esta jornada por el primer equipo, en el centro del campo. Quizás por la presencia de este último, el entrenador céltico quiso juntar mucho jugador de toque por el centro -con Alfon como única referencia en punta-, para marear desde ahí. Triangular con la máxima velocidad posible para romper la táctica defensiva del Cornellá en campo propio, igualando los cinco atrás pero con bandas mucho menos ofensivas.
Es decir, que el reparto de papeles estaba claro: los locales tocaban y los visitantes defendían y trataban, ellos sí, de sorprender en sus salidas. No exentas de calidad, no se engañe el lector. La presencia en punta de Clau Mendes fue un interesante dolor de cabeza para Javi Rodríguez, Javi Domínguez y Gael Alonso cuando tocaba cuerpear y la larga zancada del atacante catalán también auguraba problemas de no tenerla en cuenta.
La lesión de Tincho, que permitió la salida de Joel López, no varió el plan. El Cornellá tendía a recudir campo adelantando su defensa y tentando a los célticos a unos pases largos que solían terminar en fuera de juego. Pero los célticos no olvidaron el plan: combinación por la derecha y balón en profundidad de Javi Rodríguez hacia la ruptura de Javi Rueda. El carillero pasó atrás, al borde del área, a Raúl Blanco y ahí el capitán celeste se manejó como se maneja siempre en espacios reducidos: control orientado, toque para ganar ángulo y remate al fondo de la portería. Una alegría que pudo ser efímera si Mendes hubiese tenido más puntería apenas tres minutos después. No la tuvo y el gol hizo del marcador su hogar.
El partido se fue haciendo largo para los célticos. Porque el Cornellá cambió los términos del partido en la segunda parte. Con más balón y más físico, Canario empezó a mostrar calidad desde un balón al palo en el minuto 53. Los cambios también le sentaron mejor a los visitantes y el partido rondó el empate. El filial se fajaba pero sin precisión con el balón, que se hizo un extraño.
El marcador no aguantó más. La apuesta del Cornellá merecía que le hiciese caso y Mamor empató a base de potencia e insistencia. Faltaban diez minutos y el Celta B quiso recuperar lo perdido. Recuperó el balón pero Mendes seguía teniendo piernas. Una arrancada suya decidió el duelo. El juguete céltico parecía roto. Pero no, lo que sucede es que todavía está sin montar.