El partido de este domingo es clave para el Celta, sin duda, pero las dosis de dramatismo aumentan en el caso del Cádiz. No tanto porque vaya tres puntos por detrás, que no es una distancia en absoluto importante, sino por su dinámica enormemente negativa que necesita de una victoria como revulsivo. Y qué mejor que ante el predecesor en la tabla.
Porque la reacción que se buscó con el cambio de entrenador hace cuatro jornadas aún no ha surtido efecto. Alguna señal se pretendió ver con los dos empates sin goles iniciales ante Athletic y Villarreal, dos rivales de enjundia, pero desaparecieron con sendas derrotas por dos tantos de diferencia contra Betis y Osasuna. Lo peor, sin duda, la incapacidad para hacer un solo gol, un mal que ya viene de antes, con una sola diana en los últimos siete partidos. Una muestra más que define al equipo menos goleador del campeonato, con sólo 15 tantos en 25 encuentros. Rayo y Mallorca, que son los siguientes con menos puntería, le sacan siete de ventaja.
Pero no es ésta la única estadística que afea la temporada del Cádiz. Su porcentaje de acierto en el pase es el penúltimo de la Liga (72,8%) y es el último en tiros (9,3), en tiros a puerta (2,8) y en regates (5,4). Además, su estilo de juego, marcadamente defensivo con Sergio González, no parece haber variado con Mauricio Pellegrino, al menos por el momento. De ahí que siga siendo el equipo que menos pases da, el tercero que más faltas comete -el segundo más amonestado- y el que menos porcentaje de posesión tiene de los 20 equipos de la Liga (40,7%). Claro que en este último factor uno de los rivales directos que tiene es el propio Celta, que es el tercero menos dado a tener el balón (42,9%). Una cuestión ésta que definirá en buena medida el choque del domingo, en el que los gaditanos pueden verse obligados a llevar el peso del duelo si el marcador no se mueve, con un bloque celeste esperando el robo y el contragolpe. Obviamente, con una gran tensión en ambos equipos.
