Un arduo parto de seis meses para el Celta

El último equipo del Fortuna antes de la fusión con el Vigo que dio origen al Celta.
photo_camera El último equipo del Fortuna antes de la fusión con el Vigo que dio origen al Celta.
La fusión entre el Vigo y el Fortuna en agosto de 1923 tuvo que superar obstáculos antes y después de la firma 

Fue lo que se dice un parto tan difícil y polémico -inicialmente más entre bastidores que de forma pública-, como acertado. Porque la unión hace la fuerza. O eso pensaba Manuel de Castro, “Handicap”, el principal artífice de la creación del Celta.

Desde el 10 de agosto, cuando se constituyó y dio nombre al nuevo club (primera asamblea anunciada en todos los medios locales), a la del 23 de dicho mes (nombramiento de la junta directiva), la fusión parecía un camino de rosas. Las espinas llegarían después. Pero hubo unos obligados movimientos burocráticos previos. Muchos años de debates dieron paso a los hechos, desencadenados durante seis meses, entre febrero y agosto de 1923. El 6 de febrero, las juntas generales de Real Vigo y Fortuna aprobaban la fusión en un solo club… si venía de la mano de un gran estadio. Sería después el primer problema de fondo. Los clubes se habían basado en un sueño económicamente irrealizable con sus propios medios.

Pero ambas directivas movían ficha. El 15 de junio desde la Federación Gallega se facultaba a Manuel de Castro para representar al “nuevo club de la fusión” ante la Asamblea Nacional, que celebraba reunión siete días más tarde en Madrid. En ella “Handicap” logró el visto bueno federativo. La Española concedía hasta el 31 de agosto para la conversión de Fortuna y Vigo en una sola entidad. Pero en la capital de España De Castro obtenía su mayor logro, y el que definía su sueño: ninguno de sus jugadores podría competir durante la temporada 1923/24 en otro equipo que no fuese el del nacido de este acuerdo. Quería un gran equipo y la suma de ambos onces daba para hacer un plantel invencible. A la larga, ese derecho de retención encubierto resultó el segundo problema, cuando el profesionalismo “tapado” era conocido.

En julio, el día 12, los socios del Vigo votaban a favor de la fusión, en junta general extraordinaria celebrada en el teatro Odeón. Media hora antes de la convocatoria, el Fortuna también celebraba la suya en su domicilio social, en los bajos del Hotel Moderno. Su asamblea votó sí con un solo sufragio adverso. En la del Vigo, los varios centenares de asistentes se pronunciaban a favor frente a nueve opositores. Las votaciones fueron nominales. Tras esto, cada club nombraba una comisión de cuatro miembros para ultimar los detalles. Con el respaldo social, las comisiones de ambos clubes concluían que la fusión era claramente beneficiosa. Se opondría un exjugador “fortunista”.

El 6 de agosto, la asamblea extraordinaria de clubes de football de Galicia incluía al club resultante de la fusión y lo colocaba guiando la Presidencia del comité regional. También en el calendario del Campeonato de Galicia, con seis equipos.

El trabajo previo a la constitución estaba. Solo faltaba la asamblea constituyente. Entre bambalinas, el descontento de varios jugadores, viguistas y fortunistas, que no creían en el nuevo club o que pensaban que su puesto de titular peligraría, como meses después reprocharía Polo sobre la marcha de Chiarroni al Deportivo.

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