Opinión

Ejemplarizar

Antes de ayer vimos cómo los informativos de las cadenas de televisión se escandalizaban porque dos niñas anuncian en un canal de YouTube productos de belleza, se maquillan, ordenan su casa y juegan a ir a una discoteca a bailar. A juicio de los informadores –había unanimidad- las pequeñas están siendo explotadas por sus padres, quienes sacan pingües beneficios con la iniciativa. Para los informadores los juegos de las crías, su vida aparentemente televisada, atenta contra todos los principios posibles de protección de la infancia y de la juventud. 
Mi capacidad de asombro se conmovió. El Consejo del Audiovisual de Cataluña (CAC) fue quien activó la alarma poniendo de manifiesto que más de cuarenta millones de usuarios han reproducido uno de los vídeos titulado Las Ratitas se maquillan y se van a bailar. Para errar lo menos posible, visioné la pieza y la primera impresión fue que tras las imágenes hay un trabajo bastante profesional. Sin duda existe un guión, no creado por las dos niñas protagonistas, se palpa una realización y un montaje de factura casi impecable. La postproducción, los efectos, el sonido… están cuidados por manos más expertas que las de aficionados caseros.
El contenido se resume en una niña de menos de diez años, que despierta en un salón desordenado. Una amiga la llama para convidarla a la discoteca. Decide ordenar la casa, maquillarse, vestirse de fiesta y ahí es donde vemos algunos productos y marcas habituales en el mercado y en los anuncios de tv convencionales. El punto de giro se produce cuando la amiga llama de nuevo al móvil y engaña a la protagonista diciéndole que no pasará a recogerla. Se deshace el nudo al aparecer la segunda niña con un gran coche de juguete y juntas se van a una sala aparentemente de baile.
Según el CAC el vídeo reproduce estereotipos de género e instan a la Fiscalía de Menores a actuar de oficio para investigar la cuenta de las niñas. Me parece excelente que mentes preclaras y vigilantes por la salud mental de nuestros menores lleve esta preocupación a la justicia. Sería un buen paso si no fuera que, una vez más, la hipocresía, el oportunismo, y quién sabe si intereses espurios, pueden adivinarse tras la explosión de esta denuncia.
Las niñas imitan los estereotipos de sus mayores. Cierto. Pero el desarrollo del juego no se diferencia en casi nada de las series de adolescentes y dibujos animados que durante miles de horas se programan en los canales especializados y en la publicidad al uso. Por tanto el CAC, como es habitual, trata de ejemplarizar actuando contra el débil. 
Y no parece que vean mucha televisión, porque de ser así la Fiscalía de Menores tendría sobre su mesa miles de denuncias contra la violencia de los dibujos animados tradicionales, contra las estereotipadas princesas de Disney, contra el placer de ser bobos como Bob Esponja, contra las absurdas evoluciones de los Pokémon, contra los despropósitos aberrantes de Fanboy y Chum Chum, contra el machismo de Phineas y Ferb, contra las series de institutos… la lista es infinita. Tan grande como el negocio de las multinacionales del ocio y del merchandising. Por tanto, si fuera cierto que la denuncia busca ser ejemplarizante, yo la aplaudiría. Pero no me la creo. 

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