Opinión

La jauría

Los cinco becerros que son enjuiciados estos días por la presunta violación conjunta de una chica durante los pasados San Fermines, intentan librarse de una condena desprestigiando y criminalizando a la víctima. Su línea de defensa se centra fundamentalmente en dejar patente la supuesta conducta libidinosa que se desprende de su perfil en redes sociales, mostrando o demostrando que refleja una vida lasciva, caliente, húmeda y hasta multiorgásmica. Que lo iba pidiendo, Sr. Juez, y que si dijo no, quería decir sí.
Desconozco lo cerca o lejos que puede estar esta manada de bueyes de una condena, sobre todo teniendo en cuenta que se ha admitido sorprendentemente como prueba la justificación de la –dicen- vida disoluta de la muchacha. Pero en esta línea, de lo que no se van a librar, casi seguro, es de protagonizar una confesión más propia de una letra de Maluma, o de un reggaeton. 
Solo queda pues, ponerle música a la declaración. Su Señoría “Después de tanto roce, lo único que queda es continuar, después de tantas poses, llegar al clímax es el momento que le hace gritar; siempre me dan lo que quiero, chingan cuando yo les digo, ninguna me pone pero. No hay razones para que se cohíba, yo sé que le gusta, le motiva, me dijeron que era posesiva... y se traga todas mis vitaminas”. “Baby –Sr. Juez- este era su plan, no es culpa mía si me porto mal, es lo que busca si se me acerca más; no es culpa mía si me porto mal; y en la oscuridad quiere saber si lo que dicen es verdad, y me pide más, aún sabiendo que la puedo lastimar, no es culpa mía si me porto mal.”
La manada es un grupo de animales de ganado doméstico, que andan juntos. Estos son cualquier cosa menos domésticos ni manada. Condenados o no –la Justicia es ciega-, estos cobardes que rodean a su presa cinco a uno, babeando mientras esperan su turno, mirando con ojos desorbitados, son simplemente una jauría que merece una pena que restituya el honor que –además- quieren arrebatarle a la víctima. Deja que te diga cosas al oído, despacito, el respeto a la mujer, hay que hacerlo t’ol rato.

Te puede interesar