Opinión

Gallos, gallitos y pollitos

La intervención de Puigdemont ante el Parlamento de Cataluña, en la que presuntamente declaraba la independencia -o no- y suspendía sus efectos, ha sido calificada de no declaración de independencia, declaración en diferido, marcha atrás, gatillazo, cagada, golpe... Aunque para mi la frase "Constituimos la República catalana, como Estado independiente y soberano, de derecho, democrático y social" no me genera dudas, al Gobierno y al parecer también al PSOE, les resulta lo suficientemente confusa como para requerir una aclaración en la que el President marque con una X si ha declarado o no la ruptura con España, en un examen tipo test de solo dos opciones. Más chupado no puede estar. 
En función de su respuesta, como si de un concurso tipo "Un, Dos, Tres" se tratara, se abrirá la siguiente tarjeta que en cualquier caso traerá sorpresa, ya se le felicite por no abrir la caja de los truenos en caso del NO, o se le conmine al retorno de la legalidad si Puigdemont insiste con mayor claridad en un mensaje que para él es evidente, aunque lo haya expuesto como habría hecho el Gallo Claudio: "es una independencia, digo, una independencia, hijo".
Me temo que, a estas alturas, no escucharemos del loco líder catalán cacarear un "donde dije digo, digo Diego". Por lo que, afirme con rotundidad que la independencia es un hecho o se enroque en mensajes grandilocuentes y embrollados, el que se pondrá sin duda gallito será el Estado, al que se le agotan las opciones para controlar el corral. Y el Desgobierno catalán se instalará en la posición lastimera del pollito Calimero, mirando con ojitos tristes a la esfera política internacional y sollozando, "es una injusticia amiguitos, nadie me quiere". Cuidado con Calimero, que daba mucha pena.

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