Opinión

Sanxenxo en el punto de mira

Sanxenxo es sin duda una referencia del turismo en Galicia y del país, y los que aquí vienen saben que sufre un cambio como de la noche al día durante los períodos vacacionales. A Sanxenxo vienen miles y miles de personas cada verano multiplicando su población más o menos por ocho, entre ellos el presidente del gobierno de España, uno de los hombres más ricos del mundo, algún que otro famosillo, y el resto de los mortales que son la mayoría. Los turistas nos visitan mayormente durante semana santa y verano, y durante el resto del año, si el tiempo acompaña y la temperatura es agradable, el paseo de Silgar suele llenarse a rebosar. 


Nuestro querido sol es el mejor termómetro para medir el número de visitas a la meca del turismo de las Rías Baixas. El año pasado fue de récord no solo aquí sino en todo el país, pero el 2017 apunta va a ser igual o mejor según las previsiones. Sea por el uso o por el azote del calor, seguro que las cajas registradoras van a echar humo otra vez este año. Al hablar de turismo la cantidad es un indicativo, pero la calidad es esencial. Por lo tanto no debemos olvidar que si cantidad y calidad no van de la mano, Sanxenxo podría convertirse en una ciudad sin ley y situarse en el punto de mira (como ya lo está) y eso no es bueno para nadie. 


Para la juventud, seguro que el Sanxenxo actual es normal, como la existencia de Internet, Google o teléfonos móbiles, sin embargo, Sanxenxo ha ido cambiando a lo largo de los años. Hace apenas unas décadas venían a Sanxenxo los veraneantes, en el paseo de Silgar había chalets, se divisaban arboledas por doquier, no había tantos hoteles, ni restaurantes, etc. Luego los años 80s y 90s, os acordareis del antiguo Puerto de Sanxenxo donde hubo una discoteca que se llamaba “Templo del Sol”, o del periódico “El Sol de Sanxenxo”?. Me vienen a la memoria nombres de pubs y discos que ya no existen o están cerradas “La Hedra”, “Canelas”, “Locura”, “Zoo”, “La Manga”, “El Quijote”, o el mítico Woodstock, etc. Como no la famosa época de explendor de Portonovo donde sus calles rebosaban de gente todos los fines de semana del año, y en verano aquello se convertía en un atolladero.  Debido a una conjunción de circustancias varias, entre ellas, la apertura del Puerto Deportivo Juan Carlos I, hicieron que la marcha se moviese a Sanxenxo y con ella también los problemas asociados (ruidos, destrozos, peleas,...). Entre tanto Portonovo se está reinventando y tratando de sobreponerse a los años de crisis. Como suele decirse: el que la sigue, la consigue.


El boom urbanístico sanxenxino asociado a los años de bonanza en España (es decir, despilfarro, corrupción, etc)  también trajeron las consecuencias asociadas, para bien y para mal. Es verdad que se aumentó la capacidad para acoger más turismo, hubo quien hizo mucho dinero, se hicieron grandes obras,... pero todos sabemos que cuando se crece sin control y sin una buena planificación urbanística pasa lo que pasa. Por ello, entre otras cosas, Sanxenxo vive con colápsos continuos de tráfico y problemas de aparcamiento durante los períodos de mayor afluencia de turistas, y ya no hablemos de la deuda millonaria que contrajo el concello Sanxenxino que aún estamos pagando todos los que aquí vivimos.  Esperemos que esto no se vuelva a repetir, ya que los turistas vienen unos días o semanas, pero mucha gente vive aquí todo el año y paga sus impuestos para que se reinviertan en servicios al ciudadano y no para pagar deudas causados por errores o negligencias de otros. Por desgracia y como dice un provervio francés: “los pequeños ladrones, desde la cárcel, ven pasar a los grandes ladrones en carroza”.
 

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