Opinión

BATACAZO DE ARTUR MAS

Fracaso sin paliativos, batacazo, los seguidores de Artur Mas se han cargado de argumentos para enviarlo a galeras.

Convocó elecciones a mitad de legislatura porque pretendía incrementar su número de escaños en el parlamento autonómico, alcanzar la mayoría absoluta y plantar cara a un Rajoy que le ninguneaba desde la mayoría absoluta del gobierno central, y se envolvió en la bandera del independentismo para evitar que el debate electoral se centrase en su desastrosa gestión como presidente de la Generalitat. Engañó a sus seguidores con la historia de que una Cataluña independiente sería recibida poco menos que con los brazos abiertos por la Unión Europea, lo que resultó falso de toda falsedad como decían desde el primer momento los que conocen los tratados de la UE, y encima se metió en el pozo de la hipocresía y del disparate sacando por un lado el lema “España nos roba”, y por otro pidiendo unos dineros a “España”, al gobierno español, para poder pagar sus deudas. Dinero que “España”, el gobierno español, le ha dado con los anticipos correspondientes, como ha hecho y hará con el resto de las comunidades autonómicas.

El papelón de Artur Mas es de los que hacen historia, y si tuviera lo que deben tener los políticos de talla, estaría redactando ya su carta de dimisión como presidente de la Generalitat y máximo dirigente de Convergencia Democrática de Catalunya para dejar sitio a otra figura menos abrasada que él. Lo que significa que esa figura no podría ser si Oriol Pujol, ni Felip Puig ni ninguno de quienes le han acompañado en esta aventura tan catastrófica en la que metieron a su partido y a su gobierno. El fiasco ha sido monumental.

Dejan además estas elecciones un mapa muy complicado en Castaluña. Tanto en lo político como en lo social. La bandera independentista ha hecho estragos y va a hacer aún más, la sociedad ha quedado muy dividida y se producirán cambios importantes de convivencia.

Esquerra sale tan crecida que inevitablemente querrá jugar un papel de relevancia en lo político, y lo que habrá que ver es si ese papel relevante en lo político puede tener como consecuencia que Artur Mas insista en sus tesis independentistas o si, por el contrario, hace el análisis de que ha perdido votos porque un porcentaje alto de seguidores de CiU estaban por el nacionalismo pero no por el independentismo. Veremos por tanto hacia dónde tira Artur Mas si decide mantenerse al frente del gobierno. Si planta cara a ERC o si decide ir de la mano con un partido que ha tenido un éxito espectacular. Éxito rotundo, y preocupante para quienes no quieren, de ninguna manera, que Cataluña se meta en la senda del secesionismo.

Ciutadans merece un punto y aparte. Albert Rivera ha demostrado que tenía razón en su empeño de ser partido catalán y solo catalán, empeñarse en no aliarse con nadie, ni PP ni UPyD como le aconsejaban gentes de su entorno, y empeñarse en no cambiar su discurso, su partido defiende el hecho de ser catalán y sentirse español. Y ha tenido un éxito más que considerable.

El PP ha cumplido sobradamente. Ha tenido un resultado muy bueno, aún con más mérito por el campo que jugaba, con una ola independentista en Cataluña y con Rajoy en el gobierno central haciendo ajustes brutales. Ganar escaños es todo un éxito para Sánchez Camacho y para Rajoy. Y salva la cara el PSC y, por tanto, el PSOE. Ha perdido votos y escaños, pero han tenido más de lo que preveían los sondeos. Ahora habrá que ver a qué se apunta Pere Navarro, con un sector del partido coqueteando con el catalanismo y dando respaldo a una posible consulta sobre la independencia. Pero un Rubalcaba en el ojo del huracán, cuestionado, haciendo difícil equilibrio en la cuerda floja, perder sólo un puñado de escaños le permite seguir al frente del partido. Pero sería urgente para él convocar un congreso, marcar una línea nítida a seguir y cambiar de equipo. Cataluña no le ha dado un susto, como temía, pero la cosa no ha salido como para tirar cohetes, aunque ha salvado los muebles.

¿Y Rajoy? Pues tiene muchos argumentos a los que agarrarse para sentirse bien. Su partido ha avanzado y el Artur Mas que llegó tan prepotente a Moncloa hace unas semanas, sale escaldado de esta contienda.

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