Opinión

Vano empeño

Sr. Director del Instituto Teológico de Vigo, créame cuando le aseguro que yo también le agradezco muy sinceramente, tanto la lectura como la respuesta, pues no hay mejor opción en la discrepancia que la contraposición argumentada de ideas.
Por su respuesta creo que posiblemente hay un par de cuestiones que no he sabido expresar correctamente. Para nada creo que el conocimiento humano se reduzca exclusivamente al conocimiento científico, pero si que este puede dar respuesta a planteamientos apriorísticos sobre cuestiones de fe o de creencias, sobre cuestiones que se desconocían, aunque desde una manifestación mas de voluntad que de conocimiento algunos hayan apostado fuertemente por soluciones no contrastadas. Como ejemplo, valga la creencia, desmontada por la razón y el conocimiento científico, como tantas otras, del creacionismo, cuando la religión ha mantenido durante siglos y sigue haciéndolo (vano empecinamiento) que todo lo creado lo fue hace algo menos de 5.000 años por un Dios (¿quién lo creó?) asistido por una corte celestial de seres alados en lucha con unos disidentes muy malos, en una semanita, haciendo al hombre a su imagen y semejanza partiendo del barro, y a la mujer partiendo de una costilla del primero, algo que hoy superaría la mas imaginativa novela de ciencia ficción, cuando afortunadamente ya conocemos (lo admite incluso el Papa) que la noticia del big bang (y de antes aun nada sabemos) se produjo hace 13.700 millones de años, la formación de nuestra estrella, el sol, hace unos 5.000 millones de años, la tierra hace 4.550 millones, los primeros indicios de vida animal hace unos 7 millones y de ahí, por evolución de las especies, hasta que aparecen los primeros homínidos hace ahora unos 2 millones de años, sin barro, sin costillas, sin pecados originales, etc. Otra de las cuestiones donde quizá tampoco me haya expresado de forma inteligible, es mi consideración hacia el tercer mundo, no es una cuestión de desprecio, sino a que suelen ser países en los que el nivel cultural y de información de que dispone el ciudadano es muy bajo, de ahí que sea en esos lugares donde las creencias tengan mayores éxitos, sobre todo por sus gratuitas promesas de compensación en un mas allá del que nadie sabe absolutamente nada (¡quien da más!). Por otra parte, para nada en mi anterior escrito asimilo riqueza con cultura, pero si que en los países de mayor renta, el ciudadano tiene mucha mas facilidad para llegar a la cultura, al conocimiento y a la información. Finalmente, en cuanto a la Europa laica y descreída en exceso, creo que las creencias se decide o no tenerlas, pero si no se tienen por apostar por las certezas en lugar de por lo desconocido, no se hace tal apuesta “en exceso”, se hace sin más.   
Como usted bien sabe, la incorporación del mundo de la razón ha sido siempre para la Iglesia una meta recurrente de imposible término. Cuando algo preocupa pero se ignora, como los sempiternos interrogantes filosóficos sobre los fundamentos de todo lo desconocido, caben todo tipo de especulaciones, montadas a través de iniciales razonamientos, elaborando distintas teorías mas o menos serias sobre las que ir profundizando en el conocimiento, para ir puliendo poco a poco, a veces desmontando, y las más de las veces modificando sus planteamientos iniciales. Lo que no es válido en el mundo de la razón, es atrincherarse en una teoría, ya muy superada, y no abandonarla pase lo que pase y aunque se demuestre todo lo contrario. Ese no es el mundo de la razón. Ese es el mundo de la intolerancia, del fanatismo y de la ignorancia, la antítesis de la inicial creencia en un primer ensayo de conocimiento sobre el particular.
De todo lo que nos ha llegado de ese carpintero de Nazaret que no dejó nada escrito y del que históricamente tanto se ha tergiversado su mensaje, para mi, lo fundamental, que creo uno de los trascendentales hitos de la humanidad, es el de que hay que poner la otra mejilla (menuda cantada la del Papa con lo del puñetazo…), amar a nuestros enemigos y querer al prójimo como a nosotros mismos. Todo lo demás es una absoluta nebulosa sin la menor importancia. Si la Iglesia se hubiese centrado únicamente en eso, hoy sería libre de aceptar  y apoyarse en la razón para cambiar todo lo accesorio, como la supuesta creación, la deidad, la virginidad y tantas y tantas cuestiones secundarias que cada día que el conocimiento avanza, le hacen perder mas y mas “creyentes” informados.
Por el camino que se empeñan en seguir, nunca será fe y razón, sino una O muy grande entre ambas cuestiones, una “o” disyuntiva, no la “y” copulativa, cuyo doble significado nunca se les ha dado demasiado bien.
Agradecido.

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