Opinión

¡Qué tropa!...

Han pasado ya cerca de dos semanas del referéndum catalán y creo que es tiempo de volver a reflexionar sobre el particular.
Varias cosas son ya evidentes, como que finalmente el referéndum tuvo lugar, sin mayores o menores garantías y sin demasiada seriedad, pero al que no faltaron, a la cita, los independentistas. También es incuestionable el que los dirigentes catalanes han vuelto, una vez mas, a desobedecer a los tribunales españoles y a traicionar acuerdos, al parecer habidos, para que finalmente ello no tuviera lugar.
El resultado final es de una participación de aproximadamente el 30% de los convocados, en los que se incluía la gama de edades de entre 16 y 18 años, e incluso los votos repetidos, de difícil control. Procesados los resultados, sabemos ya ahora que únicamente el 25% de los catalanes aboga por la independencia, o lo que es lo mismo, uno de cada cuatro catalanes, y ello tras una campaña local de exaltación de sentimientos, de datos falsos sobre las posibilidades que sus ciudadanos tendrían como nación independiente, y que desde el gobierno central nada se hiciese para hacerles ver a tantos españoles el error y la catástrofe para sus propios intereses, de tomar tal medida cartas de naturaleza.
¿Qué consecuencias podemos deducir de todo ello?
Creo, en primer lugar, que es no solo un error, sino también una canallada descalificar desde el resto de España a los catalanes y a Cataluña, porque una cuarta parte desinformada, fanatizada y utilizada por sus ambiciosos políticos, esté por la segregación, ya que en Cataluña, ahora ha quedado claro, que una considerable mayoría, un 75% no está por la labor.
Otra consecuencia es la de pensar que existe margen de negociación cuando tratamos de conceptos absolutos, ya que Mas y compañía quieren algo no fraccionable como es la independencia que solo tiene dos caminos, el de negarla o el de aceptarla y en ese sentido nada hay que negociar.
También es evidente que si somos serios y esto queremos que se parezca algo a un Estado de Derecho, con una Constitución como suprema ley del país, no podemos dejar inmunes los continuos incumplimientos que de ella y del Estado de Derecho hacen este tipo de dirigentes, por lo que, sea o no políticamente correcto, antes está la ley y su cumplimiento, algo que nuestro gobierno debe garantizar y que se podía haber evitado, de actuar con previsión e inteligentemente.
De nuevo, una vez mas, vuelvo a culpar al presidente del gobierno de su delirante desentendimiento sobre el particular. Si existe un serio problema que afecta a Cataluña como al País Vasco (expectante), y que los primeros pretenden solucionar a base de captar la voluntad de su pueblo (los segundos han estado años intentándolo vía asesinatos), algo que la Constitución no les permite pero si al Gobierno, ¡haga usted el referendum en el ámbito nacional!, convóquelo para toda España, haga una campaña informativa completa y veraz, indicando las consecuencias que de ello se derivarían para todos, involucre en ello a lo mas granado del país, incluyendo vascos y catalanes y, finalmente, y de forma oficial, legal y legitima, todos dispondríamos ahora de resultados incuestionables, lo que no solo nos llevaría a un triunfo absoluto de la unión, sino que incluso en Cataluña como en Euskadi, el resultado podría rondar el 80%. A partir de ahí, de una manifestación democrática real en la que todos hubiéramos entrado dando protagonismo a los datos, por encima de los sentimientos, ahora podríamos sentarnos a negociar nuestros amores y malentendidos, partiendo de la voluntad incuestionable de querer hacer el camino de la mano. Sí, Cardo Mariano, Mas es un avaricioso, un fanático, un irresponsable y todo lo que se quiera, pero a veces es peor ser un tonto del culo, al menos, el pueblo (eso tan lejano) suele verlo así.
Finalmente, en democracia no hay que tenerle miedo alguno a los referendums, y si nuestra Constitución no los permite, tiempo es ya de reformarla para acercarnos a esa democracia directa que tienen los suizos y alguno de los estados norteamericanos, pues no debemos olvidarnos que la esencia de la democracia es precisamente eso, la expresión de la voluntad popular, lo cual no quiere decir que todo referéndum haya de ser vinculante, pues hay cosas que dependen de mayores intereses que los que cada ciudadano pueda opinar en cualquier momento en contra de los intereses comunes, algo que si se razona convenientemente, por muy bobo o necio que el ciudadano pueda ser, al final acabamos comprendiéndolo casi todos.
El guaperas diciendo bobadas sobre el predominio de la negociación política sobre la Constitución y el Estado de Derecho y el gobierno pasando de todo y de todos, amparado exclusivamente en el supuesto respeto que un fanático iba a tener a la máxima expresión jurídica del pueblo que “le oprime y le roba”. ¡Qué tropa!

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