Opinión

El Nou Camp, ¿templo del españolismo?

Cataluña está batiendo todos los records en cuanto a desatención y fracaso para con sus ciudadanos, con una deuda mastodóntica, unas listas de espera para operarse de mas de tres años y un sinfín de servicios frustrados hacia los que todo independentista se apresta a aguantar en pro de la causa, al tiempo que se incrementa el gasto, urbi et orbe, para que el mundo mundial se haga cargo de la opresión del pueblo sometido a un españolismo intolerable que ignora y combate un hecho diferencial, que les pide desde las entrañas el independizarse de una carga histórica ya insoportable y bla, bla, bla.
Son infinidad los ejemplos a poner, tendentes a la mas estrepitosa ruina por el camino del independentismo, pero como aficionado al fútbol y concretamente al Barça, hagamos lo que no hace nunca un fanático, analizar bajo criterios de razón, las consecuencias para el Barça en caso de una hipotética independencia.
Según las últimas pajas mentales del gobierno catalán, allá por abril del 2015, se supone que el lunes día 27 (santa Montse), se quiera o no, Cataluña se declarará independiente, liberándose del yugo español.
Si extrapolamos la situación actual del fútbol español a la fecha citada, nos encontramos con una liga cercana a su fin, en la que el Barça se encuentra entre los tres primeros de la liga, clasificado para la final de la Copa, en cuartos de final de la Champions y que concretamente el día anterior (domingo 26 de abril) ha jugado su último partido en la liga española.
A partir de ahí, la liga, concretamente en 1ª división, se queda sin dos de sus equipos, el Barça y el Espanyol, la copa sin uno de sus finalistas y la Champions al no pertenecer Cataluña a la UEFA, dependiendo su incorporación de un largo plazo de tramitación en el mejor de los casos, sin otro de sus cuarto finalistas. La Federación Española solucionaría el problema de la liga adjudicando la victoria por 1-0 a todos los equipos a los que les quedase pendiente el partido con el Barça o con el Español, la final de la Copa la jugaría el finalista que fuera contra el que hubiese eliminado el Barça en semifinales, mientras en Europa ocurriría algo parecido, clasificándose para cuartos el equipo al que el Barça dejó en la cuneta en octavos. Evidentemente se crearía una incomodidad en todas las competiciones, pero nada que no fuera solucionable. Ese mismo año, al finalizar la liga española, en lugar de ascender tres equipos ascenderían cinco y, a correr. Es cierto que el nivel de la liga española bajaría y que la selección se resentiría sin los futbolistas catalanes (en estas movidas perdemos todos)
Pero, ¿qué pasaría con “Mes que un club”?. Lo primero es que de la noche a la mañana se convertiría en “Menos que un club”. Pasaría a la inactividad mas absoluta, y no solo en el fútbol, sino en todas sus secciones deportivas. La práctica totalidad de la plantilla pasaría al paro, en un pais sin su nivel deportivo, sin competiciones, sus contratos publicitarios caerían como un castillo de naipes y sus representantes se aprestarían a la mayor brevedad a anular sus contratos con el Barça, pedir indemnizaciones y a buscarse equipo, bien en España o Europa adelante. Los Messi, Iniesta y compañía recalarían unos en el Real Madrid (para mas INRI), en otro club español, o bien en las ligas inglesa, alemana, francesa o italiana. El Nou Camp sería demolido, ya que no tendría razón de ser y, posiblemente, el Barça, con una infraestructura mastodóntica, sin competiciones y con un porrón de pleitos a sus espaldas, entraría a toda pastilla en una quiebra histórica.
Este panorama no es una entelequia, sino la aplicación lógica y razonable al independentismo catalán en materia futbolística.
Con esas perspectivas, ¿cómo es posible que la mayoría de los hinchas del Barça se declaren independentistas?, ¿cómo es posible que los más fanáticos estén cavando la tumba del club de sus amores?, ¿cómo es posible tanta estupidez?.
El “Mes que un club” se entiende si se reivindica la independencia con la boca pequeña, en plan folklórico, como pataleta, como siempre ha sido, pero si el asunto del independentismo empieza a ser serio, empecemos también a pensar con la cabecita.
Esto cada vez se parece más a la religión. Son asuntos que no aguantan ni un asalto de sentido común, de razón, de lógica y en definitiva de inteligencia, pero que nadie se quiere plantear ante el placer de dejar volar sus sentimientos, sus miedos, sus costumbres y herencias ancestrales guiados por sus entrañas y su visceralidad, en manada y sin ver, ni querer ver, mas allá de sus narices.
El Nou Camp, la sede del Barça, el templo del fútbol catalán, debería ser al tiempo el templo del españolismo, pues solo con una Cataluña perfectamente integrada en España el Barça puede seguir siendo grande, tener en sus filas a los mejores y aspirar a ganarlo todo en el mundo.
Soy catalán, del Barça, amo a mi tierra, pero en el Nou Camp, la bandera española, los Reyes Católicos e incluso Felipe V, por supuesto.

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