Opinión

Tan cerca, tan lejos

Hay que ver lo lejos que están Cataluña de Venezuela y lo que paradójicamente se acercan gracias a las prácticas selectivas que caracterizan a todos los gobiernos totalitarios. A las once en punto de la mañana de ayer, el presidente de la Generalitat de Cataluña comparecía ante los periodistas para comunicarles que había aplicado el proceso de depuración máxima para acabar con los consejeros de su equipo que manifestaban dudas. El proceso soberanista del Gobierno catalán se comporta con el mismo nivel de paroxismo insano que el de Maduro en Venezuela. Puigdemont ha retirado de un plumazo a tres de sus consejeros de mayor responsabilidad  -Munté, Jané y Ruiz que fueron en su momento tres pesos pesados- además del secretario general, aplicando sin el mínimo rubor la tijera de podar y acabando con aquellos de los que se sospechaban dudas. Su gobierno es ahora de independentistas puros, de sujetos sin mácula ni desviación, creyentes, militantes y dispuestos a jugarse su fama, su porvenir e incluso su patrimonio en esta empresa suicida a la que conduce este disparate en el que este político mediocre y de perfil intelectual bajo ha conducido a su comunidad. Puigdemont se encuentra por otra parte vigilado por un grupo de aguerridos comisarios políticos de los de antes, y no puede ni debe separarse un ápice de la ortodoxia porque le cortan el pelo. En esa situación, el presidente ha hipotecado su propia conciencia para cesar a personajes tan sacrificados y fieles como Neus Munté que ejercía la cartera de Presidencia y era la portavoz del Ejecutivo catalán. Munté, que se ha pasado los últimos trancos de su vida política  predicando en sus comparecencias la palabra del independentismo, ha reflejado probablemente en sus ojos un destello de duda. A lo mejor se lo ha comentado a una persona de su entorno o a su propia familia pero se sabe que el brazo de la causa es largo y llega donde llega que es muy lejos. Munté ya no creía ciegamente y por tanto ha sido necesario degollarla aunque Puigdemont lloré lágrimas de sangre en la soledad del santuario que tampoco estoy yo muy seguro de que así sea. Estos compromisos en cuerpo y alma suelen anteponer cualquier afecto personal, cualquier sentimiento en aras del triunfo de la causa. No se toleran debilidades. Allá lejos, en la Venezuela que se muere de hambre y que cuenta las protestas por muertos, pasa lo mismo. El que no está conmigo está contra mí y el que está contra mí la lleva clara.
Qué sabor de boca más malo deja este escenario catalán que se va a ir recrudeciendo a medida que se acerca la fecha fatal. Todo es posible a partir de ahora. En Cataluña y en Venezuela que tanto da.
 

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