Opinión

Talonario en blanco

Mariano Rajoy madrugaba ayer para presentarse en Barcelona vestido de Rey Mago con un saco a la espalda que contenía mucho dinero que gastar en un programa dedicado a infraestructuras en el que la estrella de la oferta, la red de ferrocarriles de cercanías concretamente, se lleva cuatro mil millones de aquí a 2025. Mientras los independentistas catalanes con dos parlamentarios a la cabeza  descerrajaban la sede barcelonesa del PP, el presidente del Gobierno se desplazaba a territorio comanche con el talonario en blanco para ver si prometiendo inversiones millonarias consigue desactivar el proceso soberanista. La respuesta del Gobierno catalán ha sido el que cabe esperar de semejante  pandilla. Ni un solo miembro de esta mencionada institución se ha dignado a estar presente mientras el presidente español desgranaba su generosa propuesta. Por el contrario, el Govern ha solicitado la redacción de un contrato que sancione el incumplimiento. Rajoy ha lanzado al aire su lluvia de billetes el mismo día en el que Francesc Homs recibía la comunicación de su sentencia, la que le inhabilita para el ejercicio de cargo público durante trece meses, pero no ha entregado su acta. Aguarda atrincherado en su despacho del Congreso a que sea éste quien le informe oficialmente de que ha dejado de ser parlamentario en cumplimiento de la decisión tomada por el Supremo. Homs ofrece ruedas de prensa a diestro y siniestro mientras ejerce un cargo que ya no le corresponde.
Desgraciadamente, no todos los territorios nacionales pueden desarrollar argumentos de presión tan decisivos como los catalanes para lograr sus apetencias. Ni son poseedores de una bula especial para comportarse como auténticos indeseables con las instituciones que son de todos sin sufrir una merecida sanción en respuesta. La experiencia dice que el secesionismo catalán no tiene fondo y cuanto más dinero se invierta en moderarlo más redoblarán los independentistas su condición de pedigüeños porque si dejan de pedir morirán indefectiblemente, lo que hace sospechar que morirían igualmente en el caso improbable de que consiguieran adquirir esa independencia.
Rajoy debe recordar que hay otras muchas comunidades y que también  necesitan inversiones y mejores servicios. Por ejemplo, la nuestra. No lo olvide, por favor el señor presidente.
 

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