Opinión

Riqueza de estadística

Los datos hechos públicos ayer por el Banco de España dicen que los españoles somos hoy más ricos, y que esa riqueza ha aumentado en torno al 25%. No se trata de una inocentada pero es probable que sí pueda catalogarse como una paradoja, porque estos conceptos de economía total se reflejan en un país con el índice de desempleo más alto de la comunidad europea si exceptuamos Grecia, y en el que tres de cada diez niños han traspasado el umbral de la pobreza, un escenario compartido por todos los españoles que no parece cumplir las condiciones más adecuadas para que se produzca el mencionado fenómeno.
Desgraciadamente los datos del Banco de España –que son ciertos no cabe duda y encierran además un mensaje suavemente consolador y en sintonía con otras muchas cifras que se están produciendo y que incitan a sospechar que lo más duro de la crisis está en retirada- lo que pone de manifiesto es que los españoles estamos todavía hoy muertos de miedo y esa reducción de la distancia que separa el ahorro del gasto es simplemente el producto de una aguda y larga crisis que nos ha impedido progresar y está estrangulando nuestras vidas si bien el lazo está mucho más apretado en unos casos que en otros.
El durísimo clima de apuros económicos, pérdida de capacidad adquisitiva y forzada renuncia a unos índices de calidad de vida que antes venían dados, ha trastocado hasta tal punto la existencia cotidiana del país y sus habitantes que nos ha convertido en ahorradores sin quererlo. Si los españoles no gastamos en nada porque no podemos,  si nuestros salarios se han reducido a la mitad, si se clausura las opciones de obtener créditos y si seguimos sin embargo pagando en general las cuotas de los que teníamos adquiridos, parece lógico que ambas orillas se estrechen y ofrezcan una panorámica estadística que conforta en líneas generales porque ofrece un mensaje razonablemente optimista, pero  que esconde tras la aparente bonanza de estas conclusiones globales el retrato robot de un país en condiciones muy difíciles especialmente evidentes en las economías caseras. Un país que ha renunciado al consumo. Y sin consumo no se produce y sin producir no se crece. Es la eterna paradoja y es el eterno dilema. La macroeconomía tiene esas bromas.

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