Opinión

Recurso de amparo

Aunque a primera vista pudiera parecer sorprendente –se supone que en un país plenamente democrático esa prácticas deberían estar desterradas- no me ha sorprendido en absoluto esa petición de amparo cursada por  periodistas madrileños para que su asociación profesional les proteja de los usos intimidatorios a los que les somete determinados partidos políticos, Podemos en este caso. Les insultan, les presionan, les amenazan, les humillan, les critican, se burlan de su trabajo y les calumnian. Y para ello, los dirigentes y militantes de esta formación utilizan todos los cauces posibles. El correo electrónico, las redes sociales, los anónimos, las llamadas por elevación e incluso las relaciones personales. Alguna experiencia he padecido durante mi vida profesional inspirada en el acoso y en la humillación y aunque en mi caso ese comportamiento tenía su origen en otros territorios, les aseguro que se padece mucho y resulta una experiencia que no le deseo a nadie.
La actitud de Podemos, cuyos dirigentes han recibido la nota hecha publica por la Asociación de la Prensa de Madrid en la que se denuncian estos hechos con el talante que les caracteriza, es decir, poniendo cara de buenos y silbando al cielo, corrobora sin embargo algo sobre lo que muchas veces he reflexionado. La inexperiencia y la inmadurez de Podemos es patente y adquiere en este caso acentos tan desoladores que plantea la caza y captura de los periodistas díscolos o que no comulgan con su ideario sin las  adoptar las más elementales y pertinentes medidas de distracción. La cúpula de Podemos es tan estúpidamente soberbia y está tan puerilmente segura de sí misma que no puede suponer que alguien termine diciendo basta. Cree por tanto que la clase periodística es suya y se permite el esperpento de acorralar a los les llevan la contraria. Son cosas de la deficiente formación, de la vanidad y de una herencia entremetida en los genes que les impide aceptar que su partido es tan susceptible de ser cuestionado y criticado como cualquier otro. Como antes, vamos.
Podemos ha reaccionado como era previsible de modo que tampoco por este lado hay sorpresas. Regatea ofrecer explicaciones convincentes, se atrinchera en  el dogma y lanza cortinas de humo. Por ejemplo, propone debatir la situación labor de los periodistas como si una cosa tuviera que ver con la otra. Dicen que de todo se aprende. Y quizá aprendan.

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