Opinión

El quinto es Gerrard

Mucho se ha especulado sobre la persona a la que adjudicar el honorífico título de quinto Beatle, una distinción no escrita que comparten al menos media docena de personajes sumamente destacados en la corta pero intensa historia de la mejor banda de todos los tiempos. Los hay que han otorgado este galardón a Pete Best, el batería al que los otros echaron justamente cuando comenzaban a ser famosos, los hay que se lo adjudican a Stuart Sutcliffe, el bajista que abandonó el grupo por amor, y no cabe duda de que han hecho méritos bastantes para ello el productor George Martin, el manager Brian Epstein o incluso el fallecido pianista Billy Preston que colaboró puntualmente en temas como” Get Back” por ejemplo.
Pero después de pasado tanto tiempo, el quinto Beatle no tiene por qué ser un  sujeto del entorno musical del cuarteto ni siquiera alguien de la misma generación sino alguien que ha sido capaz de suceder a los cuatro músicos nativos de la muy noble ciudad del Mersey en su proyección popular y en la generación de sentimientos favorables capaces de mantener esta cuna de movimientos juveniles de los años sesenta en el mapa, como consecuencia de un manojo de virtudes personales y profesionales capaces de servir de honra y espejo para generaciones venideras. A mí, a estas alturas de la película, no se me ocurre otro mejor que Steven Gerrard, capitán del equipo nacional de Inglaterra y del Liverpool F.C. quien, tras 114 partidos con el combinado de su país –solo le superan Shilton y Beckham-, catorce años  de fidelidad a esos colores, veintiún goles con el escudo de los tres leones en la pechera y treinta y cuatro años de edad, dignidad, autoridad y mando, ha decidido renunciar a la selección tras un último paso por el Mundial de Brasil en el que Inglaterra cayó en primera ronda sin hacer, es verdad, ni un mal partido.
Por alguna razón no demostrada, los capitanes de los pross son jugadores de notable influencia y proyección y se caracterizan por su caballerosidad, su entrega, su fidelidad y su honradez en todos los terrenos en un ámbito en el que no todos sus futbolistas han sido buena gente. Gerrard, como lo fueron Charlton, Matthews o Bobby Moore,  es un modelo de dignidad y amor  a una causa de los que no abundan y menos en estos tiempos. Gloria y honor a un noble futbolista y un capitán ejemplar.

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