Opinión

Pujol y los daños colaterales

La verdadera incógnita de este enojoso asunto de Jordi Pujol confesando su condición de evasor de impuestos en ese peregrino texto redactado de puño y letra, no es en absoluto descubrir que Pujol y su familia se lo han llevado crudo, sino por qué el ex presidente de la Generalitat confiesa ahora y asume como propia la responsabilidad de un comportamiento que no afecta únicamente a su familia sino a toda su trayectoria pública y muy especialmente a su actividad política. Artur Mas no ha tenido otro remedio que mentir de nuevo –una costumbre que va haciendo suya paulatinamente- para tratar de no contaminarse, pero determinar que los manejos contables del señor Pujol pertenecen exclusivamente al ámbito privado y familiar es en efecto una mentira muy gorda que nadie se cree ni siquiera los que comparten con el declarante un partido y una ideología.
Jordi Pujol –cuyo padre amasó una fortuna traficando con divisas de forma fraudulenta- no solo ha ejercido los máximos niveles de poder en Cataluña durante medio siglo sino que es el fundador de CDC, su formación política conservadora y nacionalista más representativa. Pero además, recibió de su padre Banca Catalana, de la que fue vicepresidente ejecutivo y a la que saqueó sin conciencia. La entidad necesitó 300.000 millones de pesetas para no quebrar y Jordi Pujol salió del lío sin ir a la cárcel. Antes de que las investigaciones pudieran ir peor se quitó de en medio y nombró a Mas como su delfín. Ahora, el delfín trata de poner tierra de por medio para no mancharse en vísperas de su visita a La Moncloa y próximo a la cita de su famoso referéndum de independencia.
Pujol, por su parte ha tratado de salvarse aceptando la menor. Todos en Cataluña saben que durante esos 23 años presidiendo la Generalitat sus hijos se constituyeron en administradores de prebendas y privilegios a cambio de mordidas millonarias que la familia Pujol ha ido evadiendo sistemáticamente a paraísos fiscales. Por tanto, si el viejo zorro arregla este caos culpándose de no regularizar la herencia paterna por un olvido que dura treinta años y regularizándola a continuación, habrá conseguido solventar un problema capital con escasos daños propios y unos pocos daños colaterales. La influencia política que sus actividades puedan tener en la política catalana y en su partido se la trae al fresco. Ande yo caliente…

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