Opinión

El guerrero acompañado

La triste parodia que dio cobijo a la comparecencia de Francesc Homs ante el Tribunal Supremo esconde multitud de perversidades pero a mí juicio la más alarmante es la que proclama la trivialización de la función política, más peligrosa si cabe que la denigración sistemática del sistema judicial que los nacionalistas catalanes han desarrollado en estos últimos y calamitosos tiempos. Homs recibió de sus socios y simpatizantes el tratamiento equivalente al de un héroe que se va a la guerra, recibió respaldo público en Cataluña antes de partir para la meseta, y posteriormente fue acompañado por una recua de cincuenta personas hasta la puerta del alto tribunal en el que se exigía su comparecencia para dar cuenta de determinados actos que pueden ser objeto de delito. Sus socios y simpatizantes encabezados por un patético Artur Mas, se gastaron el dinero del contribuyente en billetes de tren para ir a Madrid a respaldar al camarada, y se dieron un baño de madrileñismo por cuenta ajena almorzando en territorio comanche y levantando copas en su honor tras ofrecer una rueda de prensa incalificable a la que, paradójicamente, los medios de comunicación capitalinos prestaron singular atención mientras los medios de comunicación de Barcelona viajaban de gañote hasta la capital para dar fe del movimiento, la representación y la causa. La rueda de prensa misma ya constituye materia de delito por cuanto significó que la cúpula del ordenamiento jurídico español es simplemente el brazo armado del partido gobernante y porque añadió que la sentencia estaba dictada de antemano. En lugar de detenerle por sus declaraciones, habló Homs, fuese y no hubo nada.
El comportamiento del independentismo catalán es un comportamiento cada vez más grosero y petulante pero cada día se manifiesta como más peligroso en su propia zafiedad porque, con independencia de su intención de considerar que la justicia es una para ellos y otra para los demás, ha corrompido en mi opinión con carácter irreversible la función política contaminando todo lo que está a su alcance y valga para servir a la causa. Ha infestado el cine, las artes, el ocio e incluso el deporte -de cuya infección es buen representante el Fútbol Club Barcelona rendido a la causa- y eso no tiene vuelta y no hay quien lo pare. Una tragedia a largo plazo.

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