Opinión

El mismo discurso

A pesar de que ha vuelto con un respaldo mayoritario y a pesar de que ya controla el Congreso Federal de su partido donde los delegados que están con él conforman mayoría absoluta, Pedro Sánchez no ha reconstruido su pensamiento y sigue viviendo en esa permanente indefinición que le impide ser claro, meridiano, inequívoco y terminante en su posición ante temas claves. Sánchez acaba de ofrecerle a Rajoy su colaboración en el espinoso asunto de no permitir el referéndum independentista catalán, mientras continúa aferrado a sus constantes contradicciones en la materia considerando España una nación de naciones y pronunciando en Cataluña un discurso abiertamente favorable a las posturas secesionistas que no tiene más remedio que atemperar en Madrid. Un líder que sigue sin tener claro su concepto de nación y que cambia de orientación en ese y en otros muchos puntos calientes según el auditorio que tiene enfrente no es un líder de fiar y Rajoy lo sabe de sobra. Sánchez se ha ganado la portada de un diario como “El País” -que deifica a cinco columnas esa declaración constitucional de intenciones se aproximación y respaldo a las posturas del presiente- lo cuál le viene muy bien teniendo en cuenta el incendiario editorial con el que el mencionado diario le dio la bienvenida a su regreso. Pero su discurso sigue siendo tan frágil, tan inseguro y tan cambiante como siempre, probablemente porque los primeros que no tienen claro cómo afrontar el problema del secesionismo catalán son Sánchez mismo y su más directo y estrecho círculo de asesores.
Rajoy no se fía de Pedro Sánchez  ni su opinión personal sobre el renovado líder socialista ha variado un ápice, y es muy probable que a la opinión pública nacional le ocurra lo mismo, aunque los motivos de cada uno no sean forzosamente coincidentes. Yo tampoco me fío de Sánchez porque ha ofrecido tantas muestras de inestabilidad en situaciones claves que es muy difícil para mí entregarle confianza. Habrá cimentado su vuelta en un respaldo mayoritario pero sigue siendo el mismo líder inconsecuente y vacío que ha sido siempre. Antes y después del regreso, con la particularidad añadida de que el regreso significará una poda a serrucho limpio más tarde o más temprano. Para empezar, Madinda y Fernández se han desmarcado abiertamente. Se marchan por propia voluntad antes de que los machaque. Y hacen bien.

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