Opinión

El candidato mediático

El triunfo de Emmanuel Macron en las presidenciales francesas parece haber rescatado la no tan novedosa idea del político cautivador y mediático que gana unas elecciones desgranando aquel programa político que los electores están desando escuchar. Macron, un tío con buena imagen, joven y sin cargas, se ha impuesto en unas elecciones en las que los electores franceses no alineados se enfrentaban a la turbadora presencia de dos formaciones que ya por la derecha ya por la izquierda, marcaban el camino del Euro-escepticismo en un país como Francia que contribuyó como nadie a dibujar una Europa unida aunque el principal artífice de esta concepción pionera fuera el general De Gaulle quien, por cierto, tampoco tenía detrás partido alguno probablemente porque nunca necesitó tenerlo.
Macron pertenece a uno de los tres gajos en los que se ha dividido el socialismo francés, todos ellos presentes en esta cita electoral y todos ellos dispuestos a demostrar que la socialdemocracia, que tan bien funcionó en la Europa posterior a la guerra, está jugando sus últimas bazas. El vencedor de las elecciones es el gajo templado y contemporizador, el del fracasado Benoit Hamon es el gajo oficialista que ha alcanzado el peor resultado de su historia, y el de Málenchon el de los socialistas radicalizados o lo que viene a ser lo mismo,  iracundos con un toque algo bufo de “comedie française” entre “sanchismo” y “perroflauta”. De los veteranos santones del partido y herederos del apóstol Miterrand, Strauss Kahn, Ségolène Royal, Manuel Valls, Laurent Fabius, Pierre Moscovici o el propio Holland no van a quedar ni los rabos. Cuando las barbas de tu vecino veas cortar pon las tuyas a remojar, querida Susana, querido Pedro, querido Patxi…
El vencedor de la primera vuelta es el elegido por generar menos rechazo y a estas alturas del proceso electoral francés que contempla una segunda parte hay que preguntarse si ese movimiento que ha apostado por un político mediático sin un partido que lo sustente y con un ideario político cogido por alfileres  va a mantenerse en la segunda vuelta. Y si seguirá vigente cuando los franceses nombren a sus representantes en la Cámara. Suárez fue presidente con un logotipo, unas siglas, una sonrisa y un par de… y salio bien. Pero Francia no deja catacumba alguna. Muy al contrario, necesita toda la ciencia para enderezar un país democrático aunque eso sí,  seriamente tocado.   
 

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