Opinión

Las tres desgracias

La época dorada del deporte español ha estado especialmente circunscrita a los éxitos obtenidos en tres manifestaciones deportivas que son, además de espectaculares, mayoritarias. España ha obtenido triunfos memorables en fútbol, en baloncesto y en tenis y se ha colocado a la cabeza de este trío mágico en el que han brillado talentos y se han levantado tantas copas como ninguno de nosotros, ni siquiera los más optimistas podríamos ni siquiera soñar. Desgraciadamente, y del mismo modo que estos tres deportes de proyección internacional han sido dominio español durante un largo y fructífero periodo de tiempo, se ha derrumbado también con no poco estrépito y en el breve espacio de un verano se ha fracaso en las tres modalidades en las que antaño dominaban nuestros deportistas. En julio se fracasó en el Mundial de fútbol de Brasil, en septiembre el combinado español de baloncesto no pudo llegar a semifinales en un Mundial que se jugaba para mayor dolor en casa, y más recientemente, el equipo nacional de tenis de Copa Davis descendió de categoría por primera vez desde hace veinte años después de haber hecho historia y haberse llevado varias veces a casa la famosa ensaladera que es en realidad un recipiente para servir el ponche. Un verdadero desastre perpetrado a tres bandas cuyos motivos son distintos en cada caso aunque el resultado final sea el mismo. Los tres deportes que nos han dado más alegrías en estos últimos años se han puesto de acuerdo también para darnos a la vez los tres disgustos.
Los ciclos no son eternos y no hay posibilidades de mantener la hegemonía para siempre. De hecho, y para paliar los devastadores efectos de estos fracasos vuelven a brotar, como ocurría antaño, talentos individuales capaces de sobresalir en disciplinas en las que el esfuerzo es más bien individual que colectivo. Son los casos de una incomparable Mireia Belmonte, de Carolina Marín y su gloriosa y sorprendente medalla de oro en badminton, o quizá el resurgir de Alberto Contador que parece afortunadamente recuperado de su lesión y augura un buen futuro. Progresamos mucho y bien en ciertos deportes todavía minoritarios como voleiplaya femenino o el triatlón, pero hemos cascado en los tres grandes. Con una particularidad. Dos de los responsables de esos equipos, Moyá y Orenga, han dimitido. Del Bosque ni se inmuta.

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