Opinión

Cadena de favores

Pedro Sánchez es presidente del Gobierno en virtud de los votos que respaldaron su moción de censura y hasta ahí todo va conforme al marco jurídico que respalda un Estado democrático como el nuestro. El problema se plantea cuando se analiza la calidad de este voto y los lugares de los que procede. A Sánchez le ayudaron en su búsqueda de la presidencia los votos de los independentistas catalanes que están paradójicamente sentados en la Cámara que abominan, cobrando puntualmente del Estado del que se quieren independizar. Por lo tanto y por razones de pura lógica, Sánchez les debe a los nacionalistas catalanes –también al PNV que acabó permitiéndole imponer su moción-  la estancia en Moncloa. Resulta prácticamente imposible suponer que esa maniobra política que acabó con el Gobierno de Rajoy no incluya una deuda. La que contrajo Sánchez con aquellos que le respaldaron y le hicieron presidente. 
En el siglo XIX, un aristócrata afamado y risueño llamado José Osorio y Silva, duque de Sesto y marqués de Alcañices, sufragó prácticamente de su bolsillo la compleja operación que restauraba la Corona en la sienes del joven Alfonso XII. Si bien es cierto que el último empellón se lo dio por libre un levantamiento militar protagonizado en Sagunto por Martínez Campos, la larga y elaborada maniobra política que dirigió en la sombra Cánovas del Castillo fue imprescindible y culminó con la renuncia de Isabel II a todos los derechos dinásticos en favor del heredero. Cuando se culminó en París esta ceremonia que dejaba a la soberana sin una corona que pasó a su hijo, Isabel tomó de la mano al príncipe adolescente y le dijo: “ahora Alfonsito, dale un abrazo muy fuerte a Pepe Alcañices que te ha hecho rey”. Y a continuación, se dio la vuelta y abandonó el salón.
A Sánchez, los independentistas no le han hecho rey pero sí presidente, y eso tiene –como cualquiera está viendo día a día- un coste porque favor con favor se paga. Sánchez, o mejor su vicepresidenta porque él vive ahora en el exterior, ha respondido enviado tres cartas que Torra y los suyos  responden en los términos de siempre. Lo cierto es que la situación está mucho peor que con el 155 de Rajoy. Y mucho peor se va a poner todavía. Sánchez no puede seguir tocando de oído.

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