Opinión

Actitudes no ejemplares

La ligereza con la que los nuevos regidores municipales quitan y ponen estatuas, retiran o colocan fotografías y rebautizan edificios e instalaciones que están bajo su mando no hace otra cosa que corroborar la sospecha inicial de que la reacción popular que ha otorgado el poder municipal a estos políticos de nueva generación a pesar de ser comprensible y fruto de un empacho de munícipes corruptos, no deja de ser peligrosa y terminará entronizando el reino del disparate. En todo caso y suponiendo que los votantes se hayan dejado llevar por un arrebato y ahora muchos de ellos se lo estén pensando, la dramática plasmación de una primera tacada de actuaciones en mi opinión altamente lamentables, tiene como directos responsables a los que las han cometido si bien aquellos que los votaron por liarla son susceptibles de una responsabilidad subsidiaria. Si bien esos registros se veían venir teniendo en cuenta la personalidad de los actuantes, nada había en el programa que señalara específicamente la retirada de los bustos del rey Juan Carlos o el cambio de denominación de un polideportivo que lleva el nombre del actual monarca. Y más aún si la maniobra se lleva a cabo como lo ha hecho Ada Colau avisando a la prensa para que fuera testigo de la retirada de la estatua. Son maniobras que alardean de valerosa contribución al cambio y que son en realidad una falta de respeto institucional injustificada que nadie ha exigido ni nadie considera necesaria. El respeto a nuestra historia y la asunción de los hechos que nos han precedido nunca ha sido el fuerte del pueblo español, siempre dispuesto a cambiarlo todo en sintonía con las ideas de la fracción que gobierna y que una veces pasea a los curas bajo palio y otras, los tira por una ventana.
No creo que esta política escabrosamente sectaria contribuya a nada ni la necesitemos para nada, y mal harán los nuevos responsables de los ayuntamientos siguiendo por ese camino a menos que se consideren a sí mismo un paréntesis y se propongan descerrajar todo cuanto antes porque el tiempo que se les ha concedido es escaso y hay que aprovecharlo al máximo antes de que se acabe y todo el mundo vuelva a recuperar la calma. Quizá sea eso, pero parece una reflexión un poco cutre, la verdad.
 

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