Opinión

Dos cabalgan juntos

Pues, dilecta leyente, se dice que cada español lleva en su interior un seleccionador nacional; yo añadiría:.. y en su mochila su propia Constitución. Y es que somos muy apañaditos, valemos para todo (“eso lo arreglo yo en un pispáis”, “hazme caso”, “si yo mandara”) y al final lo que resultan son unas grandes chapuzas.
Si uno observa la cantidad y diversidad de partidos políticos que se presentan a las elecciones, a los cuales no les vota ni su familia, se queda perplejo. En algún caso, al frente aparece una “celebrity” con una insólita teoría, tal vez parida en una borrascosa noche de luna llena y brindis al dios Baco, arrastrando a alguna despistada lumbrera. Y es que no hay absurdo que no haya sido defendido alguna vez por un filósofo. Valgan los casos de Federico Mayor Zaragoza apareado con Garzón y el exfiscal anticorrupción, Jiménez Villarejo, con Pablo Iglesias.
Parecía que tras el estrepitoso batacazo de Mario Conde, se había frenado el ímpetu individualista hispánico, pero quiá, ha sido salir del averno un tío, con nombre y apellido del fundador del PSOE (¡anda jaleo, jaleo…!), para que volvieran a florecer los champiñones sectarios. Y así salen a la palestra el ególatra Garzón, que va de becario del comandante Che Guevara, del que, efectivamente, se podría esperar cualquier cosa que tenga relación con la exposición a los focos, la farándula rojera y el turururú, el tururrú, del circo mediático, al que inexplicablemente se le ha unido una persona que parecía tan respetable como el exdirector general de la Unesco. Y uno no puede evitar recordar aquella película de vaqueros: “Dos cabalgan juntos”, donde dos personajes de carácter muy dispar se meten a la difícil aventura de rescatar a unos adolescentes rostros pálidos de las garras de los indios. Con lo que, echándole imaginación, se puede extraer una lectura reivindicativa.
La extraña pareja manifiesta que su objetivo es reunir  en una sola coalición a todas las plataformas que buscan “un cambio social”, (como aquel anuncio: “Todos contra el fuego…”) Se entiende que incluyen a Podemos y otros, como Porque yo me lo merezco, Antes muerta que sencilla y Qué culpa tiene el tomate.  Y es que “la hierba de los caminos la pisan los caminantes, y a la mujer del obrero la pisan cuatro tunantes, de esos que tienen dinero”.
Sin embargo, el enemigo ya no es ni el comunismo (la dictadura del proletariado) ni el fascismo (nacionalsocialismo al que el marxismo, jugando al despiste, ha colocado el sambenito de extrema derecha), sino el yihadismo islámico, salvo que consideremos tanto o más peligroso esa especie de yihadismo anarquizante que nos invade, negándose a ubicarse en el espectro político, como ya hizo el Duce (al que luego dicen que detestan), y tratando de eliminar todo vestigio de nuestra tradiciones, que ahora consideran como opresoras, y pretenden sustituir por el nihilismo de Nietzsche (negando la existencia de todo principio religioso, social o político) y el pensamiento anarquista de Proudhon o, en versión caudillista y bananera, el chavismo.
En fin, como alguien dijo: “Si no intentas lo absurdo, jamás conseguirás lo imposible”.

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