Opinión

¡Al asalto!

Creo, dilecta leyente, que no debe preocuparse por las palabras aparentemente belicosas del efebócrata Pablo Iglesias, cuando en la Asamblea de su peculiar bandería dijo algo así como “El cielo no se conquista por consenso, sino por asalto”, pues como ya advirtió Richelieu “Dadme seis líneas escritas por la mano del hombre más justo y hallaré en ellas algún motivo para ahorcarle”. En todo caso, ya  otro Pablo Iglesias había pronunciado otra perla “democrática”, si bien limitada a lo puramente terrenal.
Aquí la duda es si Pablo es ateo, “gracias a Dios”, como se proclamaba Buñuel, o si lo que pretende es fundar una nueva religión laica. La pinta de santón la tiene y labia le sobra; lo que acongoja es que pretenda utilizar métodos yihadistas.
Cierto que su referencia a la toma del cielo por la brava, al estilo de Tejero en el Parlamento, no contribuye a tranquilizar el ya de por sí revuelto ambiente, pero no creo que sea cierto que en el Vaticano, considerado como una especie de embajada celestial, estén desolados ni que ningún cardenal haya gritado “¡A las catacumbas!”, ni que el Papa Francisco haya puesto en alerta a la guardia suiza.
Por el contrario los que han vuelto a recuperar el resuello son los de los partidos tradicionales, al comprobar que su reino no es de este mundo. Tal vez haya cambiado de estilo y de objetivo al darse cuenta que a los dioses no los eligen los ángeles ni por elección ni por consenso y así se evita someterse a estas trabas infernales en que habiendo sido el Creador del evento que ha despertado tantas esperanzas entre jubilados preferentistas, parados de larga duración, los descamisados aludidos por “Alfonzo” (mientras él se iba a los toros en avión oficial y su hermanísimo hacía negocios en la Junta de Andalucía entre cafetito y cafetito) y demás “jichos” justamente cabreados, puede verse desplazado de su trono. Y es que una cosa es dedicarse a criticar lo que hacen los otros, ¡y vive Dios que le sobran motivos!, y otra cuestión es tener que dar explicaciones, incluso defenderse de las críticas que le hacen los de su propio partido, cuando ha sido el icono del movimiento que alumbró con tanta ilusión  e incuestionable  éxito. Pero así es la democracia, que como es sabido no es perfecta, sino la menos mala de las distintas alternativas.
En cualquier caso, muchacho, aunque no se cumplan tus sueños, que para otros son pesadillas, tu “asonada” ya forma parte de la historia, cuanto menos de este país, habrá removido conciencias y habrá servido de aldabonazo para los que se creían los putos amos. No lo dudes, tu revolución no ha sido en vano.

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