Opinión

Aplausos de bobo

En la rima IX de Bécquer todo dios se come los mocos: el aura, las ondas, el sol, la nube, las llamas en derredor del troco ardiente y hasta el sauce que, inclinándose a su peso, al río que le besa vuelve un beso. Ah, los besos. Una bollo-crazy amiga mía decía que los besos de su amante sabían a besos de bobo. No le permitía que la besara en la boca. Eso sí –me aseguraba- le hacía unas felaciones que le dejaban el glande tan brillante como una bola de enganchar remolques. Yo nunca le permití que me diera ni un piquito.
 Pasa igual con los aplausos. Aquí aplaude todo dios: Rajoy –que además también besa de tornillo- aplaudía el otro día como un descosido en el balcón de Génova, a pesar de que si gobierna le tocará gestionar una legislatura en precario, llena de sobresaltos, incluidos los que le causarán los cadáveres in-corruptos de su propio partido, que se alzarán en su contra y le harán chantaje; él reclama ‘su derecho a gobernar’, y le pertenece porque es por segunda vez el más votado, pero sus fieles le reclamarán el que cumpla sus promesas: transparencia, puertas giratorias, creación de empleo, etc.; ha de tener presente que le votaron escapando de lo peor –él es lo malo-; ha de desinfectar la morgue putrefacta del PP, porque entre susto o muerte, entre piltrafas y alimañas la peña ha elegido lo menos dañino; ya no vale que se siente a la puerta de su baraka a ver pasar los rostros desolados de sus adversarios; pronto le enseñarán los colmillos. Yo no aplaudiría tanto. En cuanto a los aplausos de ‘Unidos Perdemos’, solo me cabe una explicación: celebran la derrota animándose como si acabaran de batir una plusmarca –los jugadores de la selección española también aplaudían el otro día tras perder contra Italia-; y la han batido: ya son todo aquello que detestaban: casta –plasta- escudándose en las amenazas del ‘Brexit’, en el día que estuvo de playa y en el miedo imbuido a la gente por la derecha; pero ‘la gente’ no es idiota y seguirá siendo dueña del cielo que ellos quisieron asaltar con sus pañuelos palestinos, sus coletas, sus rastas y sus populismos de oferta. Menos mal. 
¿Y a qué aplauden los de Pedro Sánchez? Es la erótica del perder -las encuestas ensalzan a los perdedores, pasó igual con la Roja- y los del PSOE aplauden quizá porque evitaron el ‘sorpasso’ de Podemos. Algo así como aplaudir el que tu pareja no te vea saliendo de un motel con una furcia, en el momento en que ella entra con su amante. Aunque no se besen en la boca. 
 Son aplausos de bobo. No me jodas.

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