Opinión

la vieja estación y serafín otero

El candidato del BNG a la Alcaldía, Serafín Otero, es una persona de trato franco y abierto, bastante parecido a como eran Lois Castrillo y Santi Domínguez, que le precedieron como aspirantes municipales. No llega en el mejor momento del Bloque, que acaba de superar varias escisiones y avanza por un rumbo errático propio de su alma doble, por un lado institucional, por otro revolucionaria. Además, parece no haber acertado con su portavoz, Xavier Vence: cuesta escucharle decir algo de interés en política, mientras que en economía era una voz autorizada. Otero llega desde la CIG y espera contar con el potente sindicato nacionalista para evitar un desastre total que condenaría al Bloque a la irrelevancia. No es imposible, pero los datos de las elecciones últimas celebradas en la Muy Leal indican que hay un grupo de "siareiros" que no decae y que debería resultar suficiente para mantener al menos el tipo electoral. Con todo, Serafín Otero probablemente se daría por satisfecho con conseguir dos concejales, uno  menos que en la actualidad y tener peso suficiente en la Corporación para fijar posición más allá de la postura imposible de este mandato de gobierno en la oposición que ni el mismo candidato entiende, aunque no va a criticar en público, como es lógico. Ayer tocó acto ante la nueva terminal Vigo-Urzaiz y más allá de algunos tópicos inevitables, rescato una idea que debería ser urgente: reconstruir en algún sitio del entorno la fachada de la antigua estación del siglo XIX, cuyas piedras llevan más de una década almacenadas en Redondela a la espera de su desaparición: que ocurra es una mera cuestión de tiempo. Serafín Otero ya puede anotarse un par de aciertos.

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