Opinión

La autovía de Touriño

Todavía esta semana la presidenta de la Diputación y concejala viguesa Carmela Silva le pedía al presidente Alberto Núñez Feijóo un "empujón" en tres asuntos claves para Vigo: uno, la famosa conexión AVE con Ourense por Cerdedo; la otra, resucitar la salida sur ferroviaria que permitiría convertir en pasante a la estación viguesa. Y tres, volver a colocar sobre el tapete la construcción de las autovías del entorno de Vigo, dos en concreto, una hacia Pontevedra, la otra como reemplazo de la A-55. El presidente, que conoce bien los tres asuntos, tomó nota y el Ministerio de Fomento dirá... No será fácil -Cerdedo, 2.000 millones, salida sur 400 millones y autovía otros 300 millones-, pero es cuestión de fijar posición, llenarse de razones e insistir.
Sobre todo con la autovía A-55, directamente una catástrofe. Siempre lo fue, desde que el viejo Ministerio de Obras Públicas, donde entonces era número 2 Emilio Pérez Touriño, aprobó desdoblar la carretera de acceso a Vigo en una autovía de ínfima calidad. La decisión resultó equivocada y como resultado, desde su inauguración -Touriño asistió en varias ocasiones a otros tanto tramos- el Ministerio de Fomento ha tenido que gastarse muchos millones en pequeñas obras que no son sino parches, como la que está ahora en marcha. Tráfico, por su parte, ha tenido que emplearse a fondo con agentes, la implantación de radares fijos y móviles y bajar finalmente la velocidad máxima entre 60 y 80 kilómetros para reducir las cifras trágicas y aumentar las multas. En ambos casos con todo éxito.
La autovía de Touriño hace mucho que no da para más. En realidad, ni por velocidad ni características se puede considerar una autovía sino una mala y peligrosa carretera. Continuará...

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