Opinión

quintana, en su nueva vida

Como mucho otros ourensanos, Anxo Quintana es vigués. O era al menos. Se crió en el Calvario, donde sus padres tenían un pequeño negocio, y se educó en el colegio Apóstol, de los Jesuitas. Aunque natural de Allariz, probablemente no habría vuelto más que de vacaciones por su pueblo si no hubiera sido por la “revolución” que se produjo contra el alcalde del PP, de la que se aprovechó para asumir la alcaldía y poner en marcha el plan Z del BNG: construir la Nazón de Breogán a través del rural. Funcionó. Es el mismo que ha puesto en marcha en Pontevedra Miguel Anxo Fernández Lores con éxito pero que difícilmente se puede trasladar a ciudades con empuje, y no añado más. 
Quintana pasó de la noche a la mañana a convertirse en el Príncipe Heredero del BNG y con otro golpe de suerte –la salida de Beiras, empujado por UPG- acabó colocándole de cabeza de cartel en las elecciones gallegas de 2005. Pese a que  el Bloque bajó en escaños, dio la suma exacta para conformar un bipartito con el PSOE. A partir de ahí, historia conocida, comenzando por la súbita transformación de Anxo en el Señor Vicepresidente de la Xunta. Subirse al coche oficial le cambió de arriba abajo, en el carácter y en la forma de comportarse. Luego llegó la caída, tan rápida como el ascenso. Hasta hoy. Ya no milita en el BNG, aunque confiesa que lo vota, al menos en Allariz por un mínimo de coherencia, y aunque no ha bajado un centímetro de sus convicciones nacionalistas ortodoxas ha vuelvo a decir cosas interesantes y razonables que valen la pena escuchar. Bienvenido.

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