El mismo día en que Corina Porro era investida alcaldesa, en diciembre de 2003, el año de los tres alcaldes, el Gobierno de Aznar anunciaba que había luz verde de Bruselas para instalar en Vigo la Agencia Europea de la Pesca. La noticia cogió por sorpresa a todo el mundo -Vigo aspiraba a una agencia de seguridad marítima, pero de forma retórica- y al menos en este diario se consideró de tal importancia que hubo dudas sobre qué colocar abriendo la edición, si la segunda alcaldesa de la historia local, o la Agencia de la Pesca, que suponía situar a Vigo en la élite comunitaria. Finalmente se optó por una solución mixta, dejando ambas noticias en un rango similar.
Desde el anuncio del Gobierno -una que le debe la Muy Leal a Aznar- a la apertura real de la Agencia de la Pesca pasaron casi cinco años, y durante buena parte del ese tiempo el teimudo Camilo Nogueira se empeñó en negar que hubiera tal decisión.. Uno de los problemas era dónde colocar la agencia, nada fácil. La primera opción fue la Comandancia de Marina, un edificio hermoso y bien situado, cerca del mar y en la plaza de la Estrella, que en su mayor parte está vacío, como le pasa también a la vecina Aduana. Sin embargo, la Marina no era en absoluto partidaria, y finalmente se optó por reformar el caserón de García Barbón donde se abrió finalmente en 2008. Creo que fue un acierto.
Han pasado 10 años y Vigo ya cuenta entre su vecindario con funcionarios comunitarios desplazados desde Bruselas. Quizá, como pasa con Zona Franca, una agencia del Estado para inversiones en la ciudad y su área, y no somos del todo conscientes de lo que supone para la Muy Leal, a menudo enfrascada en asuntos muy menores.
